jueves, 30 de agosto de 2012

PRIVILEGIO DE LA UNION CONTENIDO Y TRASCENDENCIA


Jose Maria Jimeno Jurio
Historia de Pamplona y de sus lenguas

Iruña-Pamplona que estrena titulo de Muy Noble Ciudad, será un solo municipio, con autoridades, bienes y términos comunes. Serán arrancadas las mugas divisorias de las tres jurisdicciones y colocadas otras lisas o con el escudo ciudadano. La gobernaran diez jurados: cinco por San Cernin, tres por San Nicolás y dos por la Nabarreia, elegidos cada año por los salientes, previo juramento de nombrar a los más idóneos.

Celebraran sus sesiones en la casa de la juderia, que deberá ser construida “en el fosado que ante la torr clamada de la Galea, enta la part de la Nabarreria”, dejando camino entre la torre y el edificio nuevo. En caso de disparidad de criterios en la juntas, primara el de la mayoría o el voto decisivo del alcalde. Podrán requerir la presencia de hombres buenos como asesores. Se fija el orden de guardar por cada jurado en la sala de sesiones y para llevar el palio, y las atribuciones de los corporativos: es decir prestaciones personales en diversos actos y en las labores comunales, nombrar notarios y otros oficiales, supervisar pesos y medidas juzgar y dictar sentencia en ciertos trabajos hechos por menestrales de distintos oficios, juzgar y penalizar, con el alcalde y el justicia, las blasfemias o “renegaciones”, vicio extendido entre hombres y mujeres, a fin de que “por pecados agenos non ayamos a ser punidos ante Dios”, según añade en su ordenanza suscrita en Olite.

Habrá un solo alcalde para juzgar y sentenciar pleitos entre vecinos. Para su elección, los jurados nuevos se reunirán el domingo siguiente al 8 de septiembre y propondrán a tres hombres buenos, rotando actualmente entre el Burgo, la población y la Nabarreria, para que de la terna en rey nombre a quien le plazca.

Economía: el privilegio dedica un solo apartado, el capitulo VIII, a la administración municipal, concretamente al nombramiento y atribuciones del tesorero o depositario, encargado de recaudar y distribuir los fondos por orden de los jurados, ante quienes rendirá cuentas al final de su gestión.

Faculta a cualquier vecino o morador para abrir tiendas de cambio. El sello de marcar plata con las armas del Burgo, Serra sustituido por otro con las letras de “Pamplona” surmontadas por la corona real..

Jurisdicción:  El rey, único señor de la ciudad, y como tal “hacedor e condidor de nuestro present privilegio”, ejercera la alta justicia, anteriormente confiada al presbote y almirantes, por medio de un  justicia, cargo vitalicio, encargado de ejecutar las sentencias dictadas por alcaldes y jurados, de prender y encarcelar a malhechores y criminales hallados en la ciudad y sus corseras, y de percibir calonias y multas.

Todo ciudadano gozara de los mismos privilegios. No se construirán nuevas fortalezas; se conservaran las murallas existentes. Los vecinos olvidaran viejas querellas y vivirán “a perpetuo servicio de Dios, en paz, amor y caridat, como buen pueblo junto et unido lo debe fazer”. Al tiempo de su coronacio, los reyes juraran mantener a los ciudadanos este fuero y unidad.

Escudo de armas;  En lugar del Sigillum Navarrorum civitatis Pampilonensis, con Santa Maria y el niño en el anverso y la fachada romanica detrás, y del Sigillum Pampilone, sive burgensium Burri Sancti Saturnini, Burri Sancti Nicholai de la villa, el municipio tendra por armas; en campo de azul, un leon de plata, la lengua y las uñas de gules, surmontada su testa por corona real de oro, “en seynnal que los Reyes de Nabarra suelen et deuen ser coronados en la iglesia cathredral de Santa Maria de nuestra dicha Muy Noble Ciudad de Pomplona”, todo enmarcado en bordura o renc con campo de gules y en oro las cadenas del reino.

Este será el escudo que campeara en el pendón ciudadano, en los sellos grande y chico para autenticar los documentos, en las fachadas de las casas del municipio, y, desde entonces hasta hoy, en los mojones divisorios del termino ciudadano y de sus convecinos, en las medallas de los concejales y las cabezas de las mazas en los membretes de cartas y oficios , a la espalda del traje de los maceros y dantzaris, en los paños de los clarines y atabales y, junto al de Nabarra, coronando a la fachada de nuestra casa consistorial. Aparecerá en piedra, bronce, plata, tabla, estuco, pergamino, papel, tela.

Los panegiristas de la unión principal han cantado el 8 de septiembre de 1423 como final de un periodo de guerras ciudadanes, y el comienzo de otro de paz. Ciertamente marca un hito por cuanto acaba con un pasado de rivalidades nacidas del fraccionamiento comunitario. Pero texto y contexto pensamiento y organización, pertenecen a un mundo medieval que muere. Es clasista y no podría dejar de serlo en esta época. Apenas hay cambios en el estatuto económico y social, que da por bueno. El rey señor mantiene la administración y beneficios de imposiciones tributarias y rentas de ciertos bienes. Las pocas disposiciones en el campo laboral benefician a los burgueses. Si menciona oficios artesanales es para fustigar abusos.

Nabargorri.

miércoles, 29 de agosto de 2012

PRIVILEGIO DE LA UNION (1423)



José María Jimeno Jurio
Historias de Pamplona y sus lenguas.
              
Los historiadores han venido repitiendo que Iruña venia siendo una guerra civil desde la presencia de los burgueses privilegiados frente a los nativos de la Nabarreria. Pero aquellos enfrentamientos habían pasado a la historia con la guerra de 1276 y el final del dominio teocrático. Las tensiones durante la época de los Evreux tienen lugar entre familias nobles: ponces y learzas en Estella, Oñaz, y Lazkanos en la muga de Arakil.

Las fricciones entre nobles vecinos del Burgo, la población y la Nabarreria, motivadas por la altura y calidad de los edificios son constantes a finales del XIV. Las mortandades motivan continuos cambios en la propiedad de las tierras. Los del Burgo y la población presentan demandas ante el Real Consejo (1406) sobre sus respectivas jurisdicciones. Se dicta un decreto sobre amojonamientos y derechos de guarderio y pastos, delimitando los términos propios de ambos vecindarios y señalando los prados comunales para el ganado y los terrenos para eras de pan trillar junto al camino de San Lázaro.

Los conflictos entre hidalgos y ruanos o francos están a flor de piel por el reino Nabarro: hidalgos y fancos en Lumbier (1396), Ponces y Learzas en Estella (1403), hidalgos y ruenas en Tafalla (1425). Disputan por unos trapos, por un asiento preferente en la iglesia, por un puesto cabecero en una junta o en la procesión. Esta rivalidad parece haber sido la causa inmediata del conflicto provocado de la unión.

El 13 de mayo de 1422 comunica el rey a los de Iruña-Pamplona que su hija Blanca y su nieto Carlos vienen a Nabarra. Invita a los alcaldes a las Cortes que piensa reunir en Olite para jurar por heredero al príncipe.

Convocados por los “maorales de barryadas” y públicos pregones se juntan los alcaldes y jurados del Burgo y la población en la casa de la veintena y nombran diputados, excluyendo al alcalde de la población. La Nabarreria también designa a dos. Se repite la sesión electoral días mas tarde. Los alcaldes de San Cernin y San Nicolás no asisten; están representados por sendos notarios.

Recién estrenado el año 1423, el abuelo Carlos crea el Principado de Biana para su nieto y los herederos de la Corona. Iruña ha renovado a los acaldes, como cada año. Llegado el verano, el rey quiere presentar al príncipe a Santa María en la catedral y a los pamploneses. Entre almirante, presbote y alcaldes de la ciudad, del Burgo y de la población se plantea la cuestión de precedencias y prioridades en las ceremonias. No hay acuerdo y, a juzgar por lo que afirma el soberano, la bronca fue mayúscula el día de julio en que llego la regia comitiva.

Lamentaba el rey los “muchos debates, divisiones, discordias, escándalos, homicidios y heridas, por los cuales, por  diversas vegadas, la dicha nuestra Muy Noble Ciudad ha cuidado ser perescidad et destruida totalmente”, y lo sucedido “en la zaguera entrada que Nos fiziemos en nuestra dicha Muy Noble Ciudat, en el mes de julio””, cuando “instigant el enemigo del humanal linaza, cuidaron contecer entre las dichas universidades grandes notas, escándalos y males, donde se hobieran seguido muchas muertes et grant destrucción en nuestra Muy Noble Ciudat de Pomplona”.

Ciudadanos cuerdos expusieran al rey que la raíz del mal estaba en el fraccionamiento municipal. Carlos adopto el acuerdo de suprimir las tres jurisdicciones y unir perpetuamente a toda la ciudad en un municipio. Convoco a las tres partes a una reunión, para tratar, acordar, y firmar la unión.

Durante el mes de agosto trabajan con el rey los alcaldes de la Corte, hombres de leyes y diputados de las tres universidades preparando el texto. El día de la Virgen de septiembre es promulgado el llamado privilegio de la unión, mal llamado Unión de los Burgos, porque nunca la Nabarreria lo fue, sino ciudad desde tiempos remotos, no cabía confundir el Burgo de San Cernin con la población tampoco fue Unión de barrios, como quieren otros, porque “barrio” era una zona centro de cada territorio urbano. Eran tres alcaldías, tres juverias, tres universidades vecinales, tres comunidades en dos municipios los que ahora se unen para formar una sola Iruña.

Nabargorri.

lunes, 23 de julio de 2012

Orreaga, símbolo de libertad


Si el 15 de agosto del año 778 es el día de la Batalla de Orreaga-Roncesvalles, el 11 de marzo de 1522 es el día de la destrucción del monasterio que allí se alzó. Entre uno y otro hecho de guerra hay 744 años de libertad para los vascones organizados políticamente en el Estado de Navarra. La primera batalla es una victoria del pueblo vascón contra el imperialismo franco, la segunda es la destrucción de un símbolo de libertad para el mundo por el imperialismo entonces naciente: el español.

El rey de Navarra Juan III de Albret o Labrit prometió volver tras tener que refugiarse en su Estado de Beárn ante la invasión española del reino navarro, y cumplió su promesa el 12 de octubre de aquel año 1512 cuando regresó con sus tropas recompuestas, tomó Baja Navarra, liberó Orreaga-Roncesvalles y el castillo de Amaiur, pero no los pudo retener.

En un nuevo intento, Juan III mandó a su ejército la toma de Garazi-San Juan de Pie de Puerto en marzo de 1516, otra parte de las tropas navarras con el vizconde de Baigorri a la cabeza trató de tomar Orreaga-Roncesvalles y el mariscal Pedro II de Navarra con 1.200 nacionales penetró por el Roncal para ir reclutando soldados entre el pueblo que se le unió de forma entusiasta. La idea era converger en Pamplona. La toma de Garazi se retrasó, pero la peor parte se la llevó el mariscal Pedro de Navarra que fue derrotado en Isaba por el coronel castellano Villalba sabedor de su ruta. La recuperación del reino no prosperó y la Colegiata de Orreaga-Roncesvalles fue saqueada e incendiada por las tropas imperiales españolas en ese año 1516. Ese mismo año murió Juan III de Albret.

El último gran intento de liberar el reino comenzó
en mayo de 1521 por Enrique "el sangüesino", hijo de Juan. Enrique puso su tropa de 12.000 infantes en manos de su pariente el mariscal Andrés de Foix, señor de Asparros. En septiembre de 1521, el general francés Sr. de Bonnivet con un ejército compuesto por franceses, gascones, navarros, así como con 6.000 lansqueletes alemanes, volvió a la carga y liberó Baja Navarra, Amaiur y el Peñón (cerca de Orreaga). Asparros tomó casi sin resistencia Pamplona tras alzarse el pueblo contra el invasor castellano, arrastrando el escudo de los austrias por el fango.

En marzo de 1522 fue tomada de nuevo por el ejército Imperial español la Colegiata de Roncesvalles, del que era prior Francisco, hijo natural del mariscal Pedro II de Navarra. Como explica el historiador Joseba Asiron, fue el 10 de marzo de 1522 cuando una compañía de soldados españoles junto con beaumonteses llegó con intención de atrincherarse entre los muros de la Colegiata, puesto que venían seguidos de cerca por el capitán Jaime Bélaz de Medrano, uno de los futuros héroes de Amaiur. Aunque pusieron cerco al monasterio, no pudieron apresar a sus ocupantes, puesto que llegaron refuerzos españoles. Tras el abandono de Roncesvalles por sus asaltantes, los monjes del monasterio comprobaron con tristeza que habían destruido la techumbre del claustro y el dormitorio monástico, acrecentando la ruina de la antiquísima y simbólica abadía navarra.

En 1527 el rey de Navarra Enrique II "el Sangüesino" mandó a parte de sus hombres liberar de nuevo Baja Navarra, los nobles locales se alzaron y se le unieron, eran los Lüküze, Lakarra, Senpere etc., que le juraron obediencia. Las huestes españolas no tardaron en llegar por Orreaga-Roncesvalles y las plazas se rindieron a su paso, pero la hostilidad de los habitantes y el miedo a las tropas de Enrique, hizo que los invasores españoles volvieran grupas y marcharan por donde vinieron; en 1530 los soldados navarros liberaron definitivamente Baja Navarra.

Gracias a la resistencia de aquellos navarros, hoy podemos decir a los españoles y franceses lo que el mariscal Pedro de Navarra dijo al emperador Carlos de Gante cuando se negó a jurarle lealtad "Por no haber nacido en España ni ser de la casa real castellana", y porque como caballero navarro "estaba obligado a guardar juramento a su rey".

miércoles, 18 de julio de 2012

500 DE INVASIÓN, 500 AÑOS DE MEMORIA.

500 DE INVASIÓN, 500 AÑOS DE MEMORIA.
Comunicado de la Federación de Entidades Vasco-Argentinas

El próximo 25 de julio, se cumplen 500 años de la invasión injustificada del reino de Navarra por el reino de Castilla.

Pero la decisión de atacar Navarra fue un emprendimiento personal de Fernando de Aragón, pues el pueblo y las Cortes castellanas habían perdido todo su peso (hecho permanente después en la historia española).

Fernando II rey de Aragón y Sicilia, tras la conquista del reino nazarí de Granada (1492) comenzó a titularse rey de “Las Españas”, pues entonces gobernaba también el reino de Castilla, lo que hizo de forma definitiva tras recluir en Tordesillas a su propia hija Juana “La Loca” en 1509, la verdadera reina de Castilla tras la muerte de su madre Isabel I “la Católica” acaecida en 1504, todo ello pese a contar Fernando con la oposición de la nobleza castellana.

Tras la muerte de Isabel I “la Católica”, Fernando II de Aragón se casó con Germana de Foix, pariente de los reyes navarros, hermana del rey consorte Gastón de Foix muerto en abril de 1512, poco antes de la invasión, pero que no poseía derechos sobre el reino navarro, pues los derechos sobre la Corona Navarra eran de su mujer Leonor (en Navarra nunca hubo “Ley Sálica” de origen franco que impedía heredar a las mujeres). Fernando II de Aragón tenía, por tanto, la pretensión de conquistar y asentar después la corona Navarra mediante un hijo con Germana de Foix que justificara su invasión y la continuidad de la corona ante los navarros.

Fernando II de Aragón será conocido por los historiadores navarros como “el Falsario”, ya que para justificar la invasión española del Estado de Navarra, no dudó mandar falsificar varias bulas papales (él era analfabeto), con las cuales pretendía excomulgar a los reyes de Navarra. El 17 de julio de 1512 ya había mandado falsificar un supuesto Tratado de Blois, por el que se les atribuía a Francia y Navarra acuerdos perniciosos contra Castilla; el Tratado realmente se firmó un día después, el 18 de julio, y en él, Navarra se mostraba neutral ante una posible guerra entre las poderosas Castilla y Francia.

El clérigo Miguel Ulzurrun, fue el autor del falso Tratado de Blois, luego compensado tras la ocupación militar del reino con la alcaldía de Pamplona. Con estas falsificaciones, Fernando “el Falsario”, preparaba al mundo para aceptar la invasión militar del reino de Navarra y la posterior represión contra su población.

La invasión comenzó con una mentira más: Fernando II de Aragón se alió con su yerno Enrique VIII de Inglaterra prometiendo ayudar a los ingleses a recuperar la Guyena, que era como llamaban entonces a la parte occidental de Gascuña-Aquitania, la cual los ingleses habían perdido en el siglo XV tras la Guerra de los Cien años contra Francia (finalizada en 1451), para lo que solicitó el paso de sus tropas por Navarra al rey Juan de Albret o Labrit.

Juan de Albret no se fiaba de Fernando y se negó al paso a las tropas, en realidad no le hacía falta, bien podían hacerlo a través de las tierras invadidas de Alaba, La Rioja, Bizkaia, Gipuzkoa y las suyas de Aragón para llegar a Aquitania.

Quedó en manos de Fadrique Álvarez de Toledo, duque de Alba, llevar a cabo la invasión que salió de Agurain-Salvatierra (Alaba) el 19 de julio, pero en lugar de utilizar la ruta que conducía a Aquitania como prometió a los ingleses, tomó con su ejército Pamplona-Iruña el 25 de julio de 1512, sin previa declaración de guerra, con ayuda de los naturales beamonteses.
Inmediatamente Fernando II de Aragón, instaló su corte en Logroño, desde donde dirigió la conquista y posterior destrucción de lo que quedaba de Navarra. Nunca pisaría la parte recién invadida del reino de Navarra por miedo a un nuevo alzamiento de la población.

Los 10.000 ingleses enviados por el rey inglés Enrique VIII habían desembarcado en Pasaia, Gipuzkoa, pues la orden era hacer uno con las tropas castellanas y emprender la batalla contra los franceses que ocupaban Baiona.

Al darse cuenta los ingleses que el rey aragonés los estaba utilizando para mantener ocupados a los franceses mientras invadía Navarra, levaron anclas, no sin antes cometer numerosos saqueos en San Sebastián, Irun, Hondarribia, Renteria, Hernani y Oiartzun.

Enrique de Inglaterra, consciente del engaño de Fernando, reconoció en una carta enviada al Habsburgo Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio Romano: “gracias a mi auxilio conquistó el rey de España el reino de Navarra”.

El Duque de Alba sitió Pamplona con 15.000 soldados. Con el duque español iban 2.500 jinetes, 12.000 infantes, 1.500 lanzas y 20 piezas de artillería que habían estado concentrados en Vitoria-Gasteiz, villa fundada tres siglos antes por Sancho VI el Sabio de Navarra.

Navarra contaba en ese momento con una población aproximada de 100.000 personas y su capital, desprovista de murallas, de entre 6.000 y 10.000 habitantes. Las Cortes de Navarra “hicieron el llamado a los apellidos”, convocando a 300 caballeros y 4.000 soldados para defenderse de la invasión. Las fuerzas invasoras eran muy superiores a las defensoras. El pueblo navarro apoyó unánimemente a sus reyes naturales, tal y como lo recogen las Actas de las Cortes de Navarra de 1511 y 1512.

El rey de Nabarra Juan III de Albret o Labrit tuvo que huir ante la superioridad del ejército imperial español a pesar de los numerosos levantamientos en toda la Navarra libre a su favor (Estella, Tudela, Monjardín, valles pirenaicos etc.).

En esta lucha de David contra Goliat, varias fueron las intentonas de reconquista con escaso éxito. En 1512 la resistencia. En 1516 una primera tentativa, de limitado fruto, y de nuevo en 1521 el postrer conato de reconquista.

El juramento de fidelidad fue norma obligada desde Fernando Trastámara. Se obligó a jurar con coacciones para poder residir en Navarra, conservar los bienes y la hacienda en su tierra, y mantener los puestos y oficios. En la multitud de documentos a consultar se comprueba que, quienes optaron por la resistencia, no se citan como navarros: fueron infieles, excomulgados, cismáticos, amigos de los franceses, venidos con ellos, incursos en crimen de lesa majestad, desobedientes, rebeldes, etc.
Es decir que para ser tratado como navarro, había que haber jurado lealtad y obediencia al rey “natural”, el católico o luego a su nieto, el César. Fue la forma de eliminar resistentes de su posición social, doblegando voluntades mediante la coacción de exigir el juramento. Un acto elevado a necesidad para ejercer oficios y poder disponer de los bienes y hacienda sin el temor de que pudieran ser confiscados.

Se desconoce el número de los ajusticiados en cada momento de las represiones, paralelas a los intentos de recuperación de la libertad del reino y los que en consecuencia de la persecución, hubieron de elegir el exilio. Caído el castillo de Amaiur, aún combatía el párroco de Almandoz en guerrilla, frenando los suministros a las tropas establecidas el año 1524.

Familias enteras no volvieron a Navarra. Algunos perdones se otorgaron previo reconocimiento personal de culpa de los perdonados, aceptando las condiciones de obediencia.

Tratamos de mantener el recuerdo de quienes lucharon a favor de la liberación de Navarra, ya que su memoria ha sido olvidada, y es de justicia recuperarla del olvido.

miércoles, 20 de junio de 2012

El principe de Biana



Muerto a los 64 años el rey de Nabarra D. Carlos III El Noble el 8 de septiembre de 1425 en Olite y tras ser celebradas las exequias, depositados sus restos en un sepulcro de alabastro, la vida continuaba en la Iruña. Su hija, la  reina Doña Blanca I de Nabarra (1425-1441) quiere vivir en la ciudad. Solicita y obtiene del papa Martín la cesión del palacio de San Pedro de la Corona (1427). Por fin, y después de mucho tiempo, los reyes tienen morada propia y recinto donde plegar Cortes Generales, como las reunidas el 9 de agosto de este mismo año “en el Palacio Real que es en la ciudat et Navarreria de Pomplona”. Son años difíciles, de falta de alimentos. La reina arbrita recursos para paliar las necesidades de la población, “por causa de la Grant mortandat que ha continuado et continua de present” (septiembre de 1492).

La educación del heredero del Reino de Nabarra el Príncipe de Biana D. Carlos d’Evreux y Trastámara fue muy esmerada como correspondía a un futuro rey, de ello se ocuparon en Olite, su abuelo D. Carlos III el Noble, y su madre Doña Blanca I de Nabarra. El ambiente tranquilo en el que se educo entre ejercicios físicos como el remo, caza, y viajes a caballo, hicieron de el un joven tranquilo y amante de la paz. Fue un gran amante de los animales, y llego a hablar correctamente cinco lenguas. Poseía una biblioteca de un centenar de libros, casi todos de teología, historia y literatura. El mayor número de ellos estaban escritos en latín, en lengua castellana solo uno. Tradujo la Ética de Aristóteles al castellano publicado en Tarazona en 1509, y la condición de nobleza de Ángelo Millán. Escribió Crónica de los reyes de Navarra, Tratado de los milagros del famoso Santuario de San Miguel de Aralar in Excelsis, cartas e respuestas poéticas algunos ensayos de oratoria, entre los que sobresale su Lamentación a la muerte del Rey Alfonso, y alguna Epístola literaria. Concibio el proyecto de publicar Las morales de Aristoteles retocadas y concordadas con las ideas catolicas; mas estimandose incapaz de llevar a bien por si solo esta obra difícil, escribio la Epistola a los valientes letrados de España, invitandoles a poner manos a la obra, poesias en castellano y catalan; las escritas en castellano eran muy delicadas e ingeniosas, y solia cantarlas acompañandose de la vihuela

Físicamente y según los estudios antropológico-forense-histórico, habría que señalar que tenia el pelo de color castaño claro, los ojos grises, la nariz larga y derecha, la cara pálida y delgada, la talla un poco mas alta que la media, la mirada grave, y algo de melancolía en su expresión general. Era cariñoso y creyente, de carácter bondadoso y dulce, amable con todo el mundo, estudioso, simpático, le gustaban las joyas, llevaba un collar de oro con un grifon colgado de el, otro collar de oro con esmeraldas del que colgaba una cajita que contenía una piedra beozar, anillos y  broches de oro. Una de esas joyas, era una piedra en la que estaba representado un San Miguel, y una colección de talismanes para impedir envenenamientos, mandrágoras, lenguas de serpiente y otras numerosas piedras-amuletos. Le gustaba coleccionar toda clase de curiosidades, cajas de nácar, ámbar, zafiros, rubíes, y un baúl lleno de recuerdos. Era también muy amante de la pintura, y a el mismo le gustaba pintar. Fue especialmente aficionado a la música que componía el mismo tocando entre otros instrumentos, la vihuela y el arpa, aprendiendo también a danzar. Era frugal en sus comidas, le gustaba vestir bien, montaba muy bien a caballo, y tenia dos lebreles favoritos. En definitiva vivía  sumergido en mundo de misticismos y placeres, al ser un mecenas de la cultura y las artes. Cuidaba de el un medico árabe, el maestro Muza Al-Kou Hrobi a quien pagaba 100 luises de pensión.

Por aquel entonces se perfilaban dos bandos rivales, Agramont y Beaumont. En Iruña la iglesia y la justicia son adictos D. Juan II. El capitán de la ciudad y defensor de los derechos del heredero, es D. Charles de Beaumont, primer conde de Lerin desde 1424.El 3 de abril de 1441 en Santa María la Real de Nieva (Segovia), muere la reina Doña Blanca I de Nabarra. La corona recaía en su primogénito el Principe D. Carlos Evreux y Trastámara, por fuero, por voluntad de su abuelo, el rey Noble y por haberlo jurado por tal las Cortes.

A la muerte de D. Carlos III en noble, D. Juan II padre del Príncipe de Biana, se desplaza hasta Tudela, donde, violando la resolución de las Cortes de Nabarra, se autoproclama Rey de Nabarra. Dicha resolución creada el 20 de enero de 1423 por D.Carlos III decía, que el Principado de Biana, seria para el heredero D. Carlos. En 1429 D. Juan II se desplaza hasta Pamplona, donde se hace coronar como Rey de Nabarra. El Rey D. Juan II, necesitaba la corona y sus rentas. El poder y el dinero hacen que siga inmiscuyéndose en asuntos con Castilla. Usurpo derechos, y pisoteo fueros, respaldado por los agramonteses capitaneados por los peralta. De nada valen las protestas del heredero el Principe D. Carlos ante las Cortes. Fiel al ruego de su madre Doña Blanca de Nabarra, se intitula gobernador y lugarteniente general del reino.

En 1430 la mediación de D. Alfonso V llamado también D. Alfonso I el Magnánimo, consigue la paz entre aragoneses y castellanos mediante las Treguas de Majano. Doña Blanca de Nabarra, en ausencia de su marido, gobierna su reino protegiendo las fronteras. El 17 de febrero de 1439 Doña Blanca redacta su testamento. En el se reconoce como Reina de Nabarra y deja dispuesto que, a su muerte, el trono recaerá en su hijo D. Carlos, pero con una cláusula que indica que su hijo no puede usar titulo de rey sin el permiso de su padre.

El príncipe D. Carlos, se casa con la princesa Doña Inés de Cleves el 30 de septiembre de 1439 en el castillo de Olite. Doña Inés era hija del Duque de Cleves y sobrina D. Felipe el Bueno de Borgoña. A los nueve años de casados el 6 de abril de 1448, Doña Inés tras una penosa enfermedad, muere sin haberle dado un heredero a Don Carlos. El príncipe de Viana tuvo varias amantes. A los treinta años se enamoro de Doña María de Armendáriz, doncella de su hermana Doña Leonor con la que se comprometió casarse si le daba un hijo varón. Pero le dio una hija, Doña Ana de Nabarra, que se casaría con D. Luis de la Cerda, Conde de Merinaceli.

En 1441 la Reina Doña Blanca de Nabarra muere en el Monasterio de Santa María Nieva al regresar de una peregrinación al Monasterio de Guadalupe. Con el permiso paterno, y como era deseo de su madre, D. Carlos de Viana pasa a reinar en Nabarra.
D. Juan II  se casa con Doña Juana Enriquez, una mujer de fuerte carácter decidida y soberbia que no cae bien a muchos nabarros y a un sector importante de la nobleza, quienes comienzan a cerrar filas en torno al Príncipe de Biana. Por otra parte D. Juan II padre del Príncipe, sigue continuamente ausente del reino, y cuando hace acto de presencia es para despojar a D. Carlos de su lugartenencia del reino y actuar como en autentico Rey de Nabarra.

En el escudo de armas del Príncipe de Biana, hay dos sabuesos o lebreles  royendo un hueso simbolizando los canes los Reinos de Francia y Castilla, y el hueso Nabarra. Una leyenda encima de los perros: “Untrinque roditur”, por todas partes roen. El reino se encuentra dividido en dos bandos, los Beaumonteses partidarios del Príncipe de Viana D. Carlos, y los Agramonteses favorables a su padre D. Juan II. El 10 de mayo de 1452 mientras el Príncipe D. Carlos se halla recluido, Doña Juana Enriquez da a luz en la localidad de Sos, a su primogénito habido con D.Juan II, a el futuro D.Fernando El Católico. A partir de ese momento Doña Juana no va a dejar de conspirar y poner todo de sus parte, para que el infante D. Fernando llegue a lo más alto en los Reinos de Aragon y Nabarra, en decaimiento del Principe de Biana Don  Carlos.

En 1455 D. Juan II deshereda a su hijo D. Carlos y nombra como heredero al Reino a Gastón de Foix, que era el marido de su hija Doña Leonor y vasallo del Rey de Francia, a cambio de su ayuda militar. El Príncipe D. Carlos vuelve a ser derrotado el Estella. Abatido, inicia un largo recorrido por Europa en busca de apoyos para su causa.

Cuando estuvo en Nápoles fue recibido por su tío D. Alfonso V El Magnánimo, quien se interesa por su situación y hace suya su causa. El principe D. Carlos se enamoro de Doña Brianda Vaca, hermosa mujer de calidad, que le acompañaría hasta su muerte en Barcelona. Tuvo con ella un hijo, Don Felipe de Navarra y fue Conde de Beaufort. Estuvo a punto de casarse con Doña Brianda, y sus amigos antes de su muerte le instaban a que lo hiciese in articulo mortis, para dejar a D. Felipe como heredero. Pero el Príncipe D. Carlos comprendió que la herencia que le iba a dejar era muy pesada para aquel niño y solo serviría para continuar las luchas fraticidas y por ello prefirió dejar a su hermana Doña Blanca como legitima sucesora tal y como habían dispuesto su abuelo D. Carlos III y su madre. Además Doña Brianda le había creado algunos problemas que le obligaron incluso a separarla de su lado.

En Sicilia se enamoro de una doncella de baja extracción a quien se le conoce con el nombre de Capa con la que tuvo otro hijo, D. Juan Alfonso de Navarra y Aragón, que luego fue abad de San Juan de la Peña y obispo de Huesca. El príncipe D. Carlos no descuida su interés por el arte y las letras, y traduce libros, compone versos y se relaciona con poetas y literatos, especialmente con Ausias March, del que llega a ser gran amigo. Durante la estancia en tierras sicilianas, se ve afectado por una extraña enfermedad que le hace fatigarse e incluso le impide montar a caballo, teniendo se trasladado en litera

Las cortes de Pamplona ( Beaumontesas ) en marzo de 1457, le nombran como Rey de Nabarra. El 26 de junio su tío D. Alfonso V, redacta su testamento donde nombra a D. Carlos como Príncipe de Gerona, es decir heredero de los Reinos de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña, Sicilia, y el Principado de Cataluña, eso si todo esto será heredado tras la muerte de sus padre D. Juan II. Un año después en 1458 muere su tío D. Alfonso V El Magnánimo. Inmediatamente su padre D. Juan II, es coronado como Rey de Aragón, mientras al Príncipe de Biana se le ofrecen las Coronas de Nápoles y Silicia, pero D. Carlos se encuentra sumido en una gran depresión por la muerte de su tío.    

Tras departir sobre temas políticos y matrimoniales con D. Juan II, el príncipe D. Carlos se embarca el 28 de agosto de 1459 hacia Mallorca alojándose en el Palacio de la Almudaina y celebrándose grandes fastos en su honor. Allí tuvo un amor, Margarita Colom de la que no solía hablar y dejo ”prenyada”. Según cuenta el historiador mallorquín Gabriel Vard Martorell, fruto de ese amor fue Cristóbal Colom. El hijo de Doña Margarita pudo nacer en la primavera de 1460. Dice el historiador que dado que el príncipe no se preocupaba de mantener en secreto sus otros amores, no se comprende su empeño inocultar la identidad de este nuevo hijo natural que le atribuye el historiador mallorquín. Esto nos crearía un problema mayor en la historia al pensar que si las cosas hubieran sucedido así, Cristóbal Colom seria hermanastro del Rey Fernando El Católico. Este dilema  podría ser resuelto con un cotejo de ADN entre D. Carlos Príncipe de Biana y D. Cristóbal Colom.

Tras las Cortes de Estella (agramontesas), es proclamada heredera al trono por su padre su hermana Doña Leonor, quien hace prevalecer sus derechos sobre los de su hermano D. Carlos. En 1460 con la excusa de su estado de salud, (dice que el clima no le sienta bien) D. Carlos abandona la isla de Mallorca, y sin el permiso de su padre, el cual lo tenia confinado en la isla, se dirige a Barcelona. Allí se celebra la Concordia de Barcelona, al objeto de llegar a la paz entre beaumonteses y agramonteses. A finales de septiembre inicia una peregrinación al Monasterio de Monserrat

D. Carlos entra en negociaciones con D. Enrique IV de Castilla, para un futuro matrimonio con su hermanastra, la infanta Doña Isabel. La reacción de su padre D. Juan II, al enterarse, es extremadamente violenta, de tal manera que el 2 de diciembre lo detiene en Lleida,  y durante tres meses, recorre prisiones como Aytona, Fraga, Zaragoza, Miravet y finalmente Morella. Mientras, se producen altercados y revueltas en Cataluña y Nabarra a favor de su liberación. En Morella y tras la fatiga del viaje, pide que le traigan un medico por “sufrir un fuerte dolor en las entrañas”.

“Cuantos le rodeaban veían que Don Carlos estaba muy enfermo y que pese a los cuidados que le prodigaban, la enfermedad que padecía seguía su curso inexorable”. Se ofrecieron votos, se hicieron rogativas públicas, pero todo ello fue inútil. Los historiadores mencionan que “hacia tiempo que la fiebre le consumía”. Tenia periodos de calma, pero de pronto se agudizaba y cada vez desmejoraba más.

La Diputación del General solicita la inmediata puesta en libertad del Príncipe de Viana, y su renovación como candidato a rey. Tropas castellanas penetran en Nabarra, originando una nueva revuelta de los beaumonteses. El Consell del Principado proclama al Príncipe Carlos heredero de Cataluña. Ante la gravedad de los hechos, Juan II decreta su libertad el 25 de febrero. El 12 de marzo Don Carlos es recibido de forma apoteósica en Barcelona,y mediante las Capitulaciones de Villafranca del Penedes, se le reconoce como heredero de la corona aragonesa, jurando su cargo como Lugarteniente de Cataluña.

La salud de D. Carlos Príncipe de Biana, empeora, y el 21 de septiembre la fiebre habitual en el, se hace critica. Sus allegados organizan una peregrinación al Monasterio de Monserrat y se ofician actos religiosos. El 23 de septiembre de 1621 el Príncipe de Biana D. Carlos, fallece en Barcelona. Sus exequias se convierten en duelo nacional, quince mil personas desfilan ante su féretro, cuyo funeral es presidido por Don Felipe, hijo natural del Príncipe D. Carlos.

Sus restos son trasladados a la Catedral de Barcelona. Según los historiadores de la época, se le corto el antebrazo derecho para conservarlo en un relicario de plata en el Monasterio de Valdedoncellas, donde desapareció años mas tarde. Se le practico la autopsia para comprender la causa de su muerte y embalsamarlo. Los médicos diagnosticaron que la muerte fue ocasionada por una pleuresia. Se hablo también que podría haber muerto envenenado con arsénico, pero el estudio del cadáver presentaba huellas de haber sufrido una pleuresia de origen tuberculoso. Respecto a la posibilidad de que se emplease un veneno vegetal como la Aconitinia, no parece posible por la sintomatología que se describe en las crónicas de la época.

Lo que si se ha podido comprobar es que la parte superior de la momia (cabeza, tórax, y extremidades superiores), pertenecen aun varón de unos 40-45 años como tenia el Príncipe de Biana Don Carlos, en el momento de su muerte, mientras que de la cintura para abajo, (tronco, pelvis, y extremidades inferiores), pertenecen a una mujer de 50-60 años, error que probablemente fue cometido cuando se pensó reponer cada una de las momias amontonadas y mezcladas en sus sarcófagos correspondientes después de la violación de las tumbas de los Reyes de la Corona de Aragón en el Monasterio del Poblet, cometidas por el populacho en busca de objetos de valor. Es perceptible por la morfología que los restos se tratan de personas diferentes. Puede verse con todo detalle con lo relativo al estudio de esta momia con numerosas fotografías en el informe presentado por el profesor José Manuel Reverte Coma, al museo de historia de Cataluña.

En definitiva D. Carlos príncipe de Biana, fue un hombre que amo con ternura al pueblo sobre quien debía de haber reinado pacíficamente, según se recoge de la sentida invocación que precede a su crónica. “ E por ende,¡ oh tu Navarra! Dellos (de sus magnificos Reyes) así como de perlas ornada con mucha razón, e como de tanto beneficio ensoberbecida en tus pobladores e gentes puedes e pueden ellos continuamente cantar tu grande alabanza!... E tu Navarra no consintiendo que las otras naciones de España se igualen contigo en la antigüedad de la indignidad real, ni en el triunfo e merecimiento de fieles conquistas, ni en la antigua posesión de tu acostumbrada lealtad, ni en la original señoría de tus siempre naturales reyes e señores, por justicia de los cuales, con muy grant esfuerzo, has sobrevivido muchos e grandes infortunios e daños”. El sentido de la vida de el Príncipe de Biana se resume en esta lapidaria sentencia: “Príncipe mas señalado por sus continuas desgracias que por otra cosa alguna. No alcanzo tanta ventura cuanta era su condición y otras buenas partes merecían”.

Nabar Gorri                                                               

Bibliografía:
Arturo Campion - Nabarra en su vida histórica
Mariona Ibars i Puga - El pincep de Viana
Mario Siculo
Gabriel Verd Martorell
José Manuel Reverte Coma
Gorgas.gob
Galeon.com
Wikipedia

miércoles, 6 de junio de 2012



El príncipe de Biana


En la ciudad de Tutera, concretamente el 20 de enero del año 1423, el rey Carlos III de Nabarra, que ha pasado a la posteridad como el Noble, instauraba el título de príncipe de Biana para su nieto también llamado Carlos, legítimo heredero de su hija Blanca de Nabarra y con vistas de salvaguardar el Reino o Estado de los nabarros, de las garras ambiciosas de su yerno, el infante aragonés de origen castellano Juan de Trastámara, el cual ha pasado a la historiografía nabarra como el Usurpador.
A día de hoy, podemos afirmar sin ningún tipo de duda, que este título
originariamente nabarro, también ha sido usurpado por el heredero al
trono español, Don Felipe de Borbón y Grecia. Incluso de este acto se
hace eco parte de la historiografía española, pues así lo menciona sin
ningún tipo de pudor, ya que consideran al infante Don Carlos de
Borbón-Dos Sicilias, como legítimo dueño del título, e incluso se
atreven a señalar a su madre, Doña Alicia de Borbón-Parma, como la
legítima reina de todos los nabarros y nabarras, siguiendo para ello un
falso orden histórico de sucesión, el cual es tan ilegítimo como aquel
que aportan aquellos que sostienen a Don Felipe de Borbón y Grecia como
príncipe de Biana.
A decir verdad, no han sido solo los miembros de la casa de Borbón
quienes han suplantado de forma ilegal, al verdadero o la verdadera
poseedora del título del heredero o heredera a la Corona de Nabarra. Tras
la invasión militar española, sin previa declaración de guerra del año
1512 y el asentamiento de la ocupación genocida española en las tierras
nabarras del sur del Pirineo, la casa de los Austrias, reinantes en el
reino de España e iniciadores de la colonización de los nabarros
surpirenaicos, utiliza de forma ilegítima y sin ningún tipo de rubor,
los títulos de rey de Nabarra y del príncipe de Biana, buscando
legitimarse ante un pueblo nabarro derrotado que sufría la terrible
represión de la soldadesca española y la denominada Santa Inquisición,
arma católica esencial e imprescindible para lograr el sometimiento de
los nabarros surpirenaicos.
Volviendo a la casa de Borbón o Bourbon, inicialmente a la rama de los
Anjou a la cual pertenece Don Felipe de Borbón y Grecia, debemos repasar
el Tratado de Utrecht realizado en el año 1714, entre rey Felipe de
Borbón, V de España y Louis XIV de Francia, este último también se
auto titulaba como III de Nabarra. En dicho tratado el rey español
renunció para él y todos sus herederos a todos los derechos sucesorios
en Francia y Nabarra, en beneficio del delfín de Francia, el futuro Louis
XV de Francia, el cual, a semejanza de su antecesor, también se auto
titula como IV de Nabarra. Este Tratado nos indica, que en la guerra de
sucesión española iniciada en el año 1833, ninguno de los pretendientes
al trono español podía titularse como rey de los nabarros y nabarras.
Legalmente el único miembro de la casa de Borbón, que ha ostentado de
forma legítima el título de príncipe de Biana, fue Enrique de Borbón y
Albret, que accedería al trono del Reino o Estado de Nabarra a la muerte
por asesinato de su madre, la reina Juana III de Nabarra. Así,
concretamente, e1 día 1 abril del año 1553, en el bello palacio de Pau,
la aún princesa de Biana, Juana de Albret, paría a un hijo varón, al
cual le dan el mismo nombre que su abuelo el rey de Nabarra, Enrique II el
Sangüesino.
Desde la instauración del título de príncipe de Biana, este tenía lo
obligación de ser educado en la Corte del Reino Soberano de Nabarra. Por
ello, tras el asesinato de Enrique III de Nabarra y IV de Francia, los
Estado Generales de Nabarra pidieron al hijo de este, el delfín de
Francia y futuro Louis XIII, su presencia en la Corte de Pau, pero este
bajo consejo del cardenal Richelieu, no solo se niega, sino que renuncia
al título de príncipe de Biana, tanto para él como para todos sus
sucesores, es decir, para cualquier rama de la casa de Borbón. Pero por
si esto no fuera poco, el testamento realizado en el año 1607 por Enrique
III de Nabarra y IV de Francia, deja bien claro que el Reino de Nabarra, y
por tanto todos sus títulos, era devueltos a la casa de los Albret, la
cual posee en la actualidad herederos y herederas directos de Catalina de
Foix y Juan de Albret, que dado el caso y siguiendo el Derecho
Pirenaico-antes leyes que reyes-podría volver a gobernar en un Estado
Soberano de Nabarra, solo si así lo decidimos los nabarros y nabarras.

Iñigo Saldise Alda.



miércoles, 14 de marzo de 2012

Orreaga, símbolo de libertad


Si el 15 de agosto del año 778 es el día de la Batalla de Orreaga-Roncesvalles, el 11 de marzo de 1522 es el día de la destrucción del monasterio que allí se alzó. Entre uno y otro hecho de guerra hay 744 años de libertad para los vascones organizados políticamente en el Estado de Navarra. La primera batalla es una victoria del pueblo vascón contra el imperialismo franco, la segunda es la destrucción de un símbolo de libertad para el mundo por el imperialismo entonces naciente: el español.

El rey de Navarra Juan III de Albret o Labrit prometió volver tras tener que refugiarse en su Estado de Beárn ante la invasión española del reino navarro, y cumplió su promesa el 12 de octubre de aquel año 1512 cuando regresó con sus tropas recompuestas, tomó Baja Navarra, liberó Orreaga-Roncesvalles y el castillo de Amaiur, pero no los pudo retener.

En un nuevo intento, Juan III mandó a su ejército la toma de Garazi-San Juan de Pie de Puerto en marzo de 1516, otra parte de las tropas navarras con el vizconde de Baigorri a la cabeza trató de tomar Orreaga-Roncesvalles y el mariscal Pedro II de Navarra con 1.200 nacionales penetró por el Roncal para ir reclutando soldados entre el pueblo que se le unió de forma entusiasta. La idea era converger en Pamplona. La toma de Garazi se retrasó, pero la peor parte se la llevó el mariscal Pedro de Navarra que fue derrotado en Isaba por el coronel castellano Villalba sabedor de su ruta. La recuperación del reino no prosperó y la Colegiata de Orreaga-Roncesvalles fue saqueada e incendiada por las tropas imperiales españolas en ese año 1516. Ese mismo año murió Juan III de Albret.

El último gran intento de liberar el reino comenzó
en mayo de 1521 por Enrique "el sangüesino", hijo de Juan. Enrique puso su tropa de 12.000 infantes en manos de su pariente el mariscal Andrés de Foix, señor de Asparros. En septiembre de 1521, el general francés Sr. de Bonnivet con un ejército compuesto por franceses, gascones, navarros, así como con 6.000 lansqueletes alemanes, volvió a la carga y liberó Baja Navarra, Amaiur y el Peñón (cerca de Orreaga). Asparros tomó casi sin resistencia Pamplona tras alzarse el pueblo contra el invasor castellano, arrastrando el escudo de los austrias por el fango.

En marzo de 1522 fue tomada de nuevo por el ejército Imperial español la Colegiata de Roncesvalles, del que era prior Francisco, hijo natural del mariscal Pedro II de Navarra. Como explica el historiador Joseba Asiron, fue el 10 de marzo de 1522 cuando una compañía de soldados españoles junto con beaumonteses llegó con intención de atrincherarse entre los muros de la Colegiata, puesto que venían seguidos de cerca por el capitán Jaime Bélaz de Medrano, uno de los futuros héroes de Amaiur. Aunque pusieron cerco al monasterio, no pudieron apresar a sus ocupantes, puesto que llegaron refuerzos españoles. Tras el abandono de Roncesvalles por sus asaltantes, los monjes del monasterio comprobaron con tristeza que habían destruido la techumbre del claustro y el dormitorio monástico, acrecentando la ruina de la antiquísima y simbólica abadía navarra.

En 1527 el rey de Navarra Enrique II "el Sangüesino" mandó a parte de sus hombres liberar de nuevo Baja Navarra, los nobles locales se alzaron y se le unieron, eran los Lüküze, Lakarra, Senpere etc., que le juraron obediencia. Las huestes españolas no tardaron en llegar por Orreaga-Roncesvalles y las plazas se rindieron a su paso, pero la hostilidad de los habitantes y el miedo a las tropas de Enrique, hizo que los invasores españoles volvieran grupas y marcharan por donde vinieron; en 1530 los soldados navarros liberaron definitivamente Baja Navarra.

Gracias a la resistencia de aquellos navarros, hoy podemos decir a los españoles y franceses lo que el mariscal Pedro de Navarra dijo al emperador Carlos de Gante cuando se negó a jurarle lealtad "Por no haber nacido en España ni ser de la casa real castellana", y porque como caballero navarro "estaba obligado a guardar juramento a su rey".

martes, 24 de enero de 2012

El príncipe de Viana

Muerto a los 64 años el rey de Nabarra D. Carlos III El Noble el 8 de septiembre de 1425 en Olite y tras ser celebradas las exequias, depositados sus restos en un sepulcro de alabastro, la vida continuaba en la Iruña. Su hija, la  reina Doña Blanca I de Nabarra (1425-1441) quiere vivir en la ciudad. Solicita y obtiene del papa Martín la cesión del palacio de San Pedro de la Corona (1427). Por fin, y después de mucho tiempo, los reyes tienen morada propia y recinto donde plegar Cortes Generales, como las reunidas el 9 de agosto de este mismo año “en el Palacio Real que es en la ciudat et Navarreria de Pomplona”. Son años difíciles, de falta de alimentos. La reina arbrita recursos para paliar las necesidades de la población, “por causa de la Grant mortandat que ha continuado et continua de present” (septiembre de 1492).

Se perfilan dos bandos rivales, Agramont y Beaumont. En Iruña la iglesia y la justicia son adictos D. Juan II. El capitán de la ciudad y defensor de los derechos del heredero, es D. Charles de Beaumont, primer conde de Lerin desde 1424.El 3 de abril de 1441 en Santa María la Real de Nieva (Segovia), muere la reina Doña Blanca I de Nabarra. La corona recaía en su primogénito el Principe D. Carlos Evreux y Trastámara, por fuero, por voluntad de su abuelo, el rey Noble y por haberlo jurado por tal las Cortes.

La educación del heredero del Reino de Nabarra el Príncipe de Biana D. Carlos d’Evreux y Trastámara fue muy esmerada como correspondía a un futuro rey, de ello se ocuparon en Olite, su abuelo D. Carlos III el Noble, y su madre Doña Blanca I de Nabarra. El ambiente tranquilo en el que se educo entre ejercicios físicos como el remo, caza, y viajes a caballo, hicieron de el un joven tranquilo y amante de la paz. Fue un gran amante de los animales, y llego a hablar correctamente cinco lenguas. Tradujo la Ética de Aristóteles al castellano publicada en Tarazona en 1509, y escribió una Crónica de los reyes de Navarra, el Tratado de los milagros del famoso Santuario de San Miguel de Aralar in Excelsis y una Epístola literaria entre otras.  Fue especialmente aficionado a la música que componía el mismo tocando entre otros instrumentos, la vihuela y el arpa, aprendiendo también a danzar. Era frugal en sus comidas, le gustaba vestir bien, montaba muy bien a caballo, y tenia dos lebreles favoritos.

Físicamente y según los estudios antropológico-forense-histórico, habría que señalar que tenia el pelo de color castaño claro, los ojos grises, la nariz larga y derecha, la cara pálida y delgada, la talla un poco mas alta que la media, la mirada grave, y algo de melancolía en su expresión general. Era cariñoso y creyente, de carácter bondadoso y dulce, amable con todo el mundo, estudioso, simpático, le gustaban las joyas, llevaba un collar de oro con un grifon colgado de el, otro collar de oro con esmeraldas del que colgaba una cajita que contenía una piedra beozar, anillos y  broches de oro. Una de esas joyas, era una piedra en la que estaba representado un San Miguel, y una colección de talismanes para impedir envenenamientos, mandrágoras, lenguas de serpiente y otras numerosas piedras-amuletos. Le gustaba coleccionar toda clase de curiosidades, cajas de nácar, ámbar, zafiros, rubíes, y un baúl lleno de recuerdos. Era también muy amante de la pintura, y a el mismo le gustaba pintar. En definitiva vivía  sumergido en mundo de misticismos y placeres, al ser un mecenas de la cultura y las artes. Cuidaba de el un medico árabe, el maestro Muza Al-Kou Hrobi a quien pagaba 100 luises de pensión.


A la muerte de D. Carlos III en noble, D. Juan II padre del Príncipe de Biana, se desplaza hasta Tudela, donde, violando la resolución de las Cortes de Nabarra, se autoproclama Rey de Nabarra. Dicha resolución creada el 20 de enero de 1423 por D.Carlos III decía, que el Principado de Viana, seria para el heredero D. Carlos. En 1429 D. Juan II se desplaza hasta Pamplona, donde se hace coronar como Rey de Nabarra. El Rey D. Juan II, necesitaba la corona y sus rentas. El poder y el dinero hacen que siga inmiscuyéndose en asuntos con Castilla. Usurpo derechos, y pisoteo fueros, respaldado por los agramonteses capitaneados por los peralta. De nada valen las protestas del heredero el Principe D. Carlos ante las Cortes. Fiel al ruego de su madre Doña Blanca de Nabarra, se intitula gobernador y lugarteniente general del reino.

En 1430 la mediación de D. Alfonso V llamado también D. Alfonso I el Magnánimo, consigue la paz entre aragoneses y castellanos mediante las Treguas de Majano. Doña Blanca de Nabarra, en ausencia de su marido, gobierna su reino protegiendo las fronteras. El 17 de febrero de 1439 Doña Blanca redacta su testamento. En el se reconoce como Reina de Nabarra y deja dispuesto que, a su muerte, el trono recaerá en su hijo D. Carlos, pero con una cláusula que indica que su hijo no puede usar titulo de rey sin el permiso de su padre.

El príncipe D. Carlos, se casa con la princesa Doña Inés de Cleves el 30 de septiembre de 1439 en el castillo de Olite. Doña Inés era hija del Duque de Cleves y sobrina D. Felipe el Bueno de Borgoña. A los nueve años de casados el 6 de abril de 1448, Doña Inés tras una penosa enfermedad, muere sin haberle dado un heredero a Don Carlos. El príncipe de Viana tuvo varias amantes. A los treinta años se enamoro de Doña María de Armendáriz, doncella de su hermana Doña Leonor con la que se comprometió casarse si le daba un hijo varón. Pero le dio una hija, Doña Ana de Nabarra, que se casaría con D. Luis de la Cerda, Conde de Merinaceli.

En 1441 la Reina Doña Blanca de Nabarra muere en el Monasterio de Santa María Nieva al regresar de una peregrinación al Monasterio de Guadalupe. Con el permiso paterno, y como era deseo de su madre, D. Carlos de Viana pasa a reinar en Nabarra.
D. Juan II  se casa con Doña Juana Enriquez, una mujer de fuerte carácter decidida y soberbia que no cae bien a muchos nabarros y a un sector importante de la nobleza, quienes comienzan a cerrar filas en torno al Príncipe de Biana. Por otra parte D. Juan II padre del Príncipe, sigue continuamente ausente del reino, y cuando hace acto de presencia es para despojar a D. Carlos de su lugartenencia del reino y actuar como en autentico Rey de Nabarra.

En el escudo de armas del Príncipe de Biana, hay dos sabuesos o lebreles  royendo un hueso simbolizando los canes los Reinos de Francia y Castilla, y el hueso Nabarra. Una leyenda encima de los perros: “Untrinque roditur”, por todas partes roen. El reino se encuentra dividido en dos bandos, los Beaumonteses partidarios del Príncipe de Viana D. Carlos, y los Agramonteses favorables a su padre D. Juan II. El 10 de mayo de 1452 mientras el Príncipe D. Carlos se halla recluido, Doña Juana Enriquez da a luz en la localidad de Sos, a su primogénito habido con D.Juan II, a el futuro D.Fernando El Católico. A partir de ese momento Doña Juana no va a dejar de conspirar y poner todo de sus parte, para que el infante D. Fernando llegue a lo más alto en los Reinos de Aragon y Nabarra, en decaimiento del Principe de Biana Don  Carlos.



En 1455 D. Juan II deshereda a su hijo D. Carlos y nombra como heredero al Reino a Gastón de Foix, que era el marido de su hija Doña Leonor y vasallo del Rey de Francia, a cambio de su ayuda militar. El Príncipe D. Carlos vuelve a ser derrotado el Estella. Abatido, inicia un largo recorrido por Europa en busca de apoyos para su causa.

Cuando estuvo en Nápoles fue recibido por su tío D. Alfonso V El Magnánimo, quien se interesa por su situación y hace suya su causa. El principe D. Carlos se enamoro de Doña Brianda Vaca, hermosa mujer de calidad, que le acompañaría hasta su muerte en Barcelona. Tuvo con ella un hijo, Don Felipe de Navarra y fue Conde de Beaufort. Estuvo a punto de casarse con Doña Brianda, y sus amigos antes de su muerte le instaban a que lo hiciese in articulo mortis, para dejar a D. Felipe como heredero. Pero el Príncipe D. Carlos comprendió que la herencia que le iba a dejar era muy pesada para aquel niño y solo serviría para continuar las luchas fraticidas y por ello prefirió dejar a su hermana Doña Blanca como legitima sucesora tal y como habían dispuesto su abuelo D. Carlos III y su madre. Además Doña Brianda le había creado algunos problemas que le obligaron incluso a separarla de su lado.

En Sicilia se enamoro de una doncella de baja extracción a quien se le conoce con el nombre de Capa con la que tuvo otro hijo, D. Juan Alfonso de Navarra y Aragón, que luego fue abad de San Juan de la Peña y obispo de Huesca. El príncipe D. Carlos no descuida su interés por el arte y las letras, y traduce libros, compone versos y se relaciona con poetas y literatos, especialmente con Ausias March, del que llega a ser gran amigo. Durante la estancia en tierras sicilianas, se ve afectado por una extraña enfermedad que le hace fatigarse e incluso le impide montar a caballo, teniendo se trasladado en litera

Las cortes de Pamplona ( Beaumontesas ) en marzo de 1457, le nombran como Rey de Nabarra. El 26 de junio su tío D. Alfonso V, redacta su testamento donde nombra a D. Carlos como Príncipe de Gerona, es decir heredero de los Reinos de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña, Sicilia, y el Principado de Cataluña, eso si todo esto será heredado tras la muerte de sus padre D. Juan II. Un año después en 1458 muere su tío D. Alfonso V El Magnánimo. Inmediatamente su padre D. Juan II, es coronado como Rey de Aragón, mientras al Príncipe de Biana se le ofrecen las Coronas de Nápoles y Silicia, pero D. Carlos se encuentra sumido en una gran depresión por la muerte de su tío.   

Tras departir sobre temas políticos y matrimoniales con D. Juan II, el príncipe D. Carlos se embarca el 28 de agosto de 1459 hacia Mallorca alojándose en el Palacio de la Almudaina y celebrándose grandes fastos en su honor. Allí tuvo un amor, Margarita Colom de la que no solía hablar y dejo”prenyada”. Según cuenta el historiador mallorquín Gabriel Vard Martorell, fruto de ese amor fue Cristóbal Colom. El hijo de Doña Margarita pudo nacer en la primavera de 1460. Dice el historiador que dado que el príncipe no se preocupaba de mantener en secreto sus otros amores, no se comprende su empeño inocultar la identidad de este nuevo hijo natural que le atribuye el historiador mallorquín. Esto nos crearía un problema mayor en la historia al pensar que si las cosas hubieran sucedido así, Cristóbal Colom seria hermanastro del Rey Fernando El Católico. Este dilema  podría ser resuelto con un cotejo de ADN entre D. Carlos Príncipe de Biana y D. Cristóbal Colom.


Tras las Cortes de Estella (agramontesas), es proclamada heredera al trono por su padre su hermana Doña Leonor, quien hace prevalecer sus derechos sobre los de su hermano D. Carlos. En 1460 con la excusa de su estado de salud, (dice que el clima no le sienta bien) D. Carlos abandona la isla de Mallorca, y sin el permiso de su padre, el cual lo tenia confinado en la isla, se dirige a Barcelona. Allí se celebra la Concordia de Barcelona, al objeto de llegar a la paz entre beaumonteses y agramonteses. A finales de septiembre inicia una peregrinación al Monasterio de Monserrat

D. Carlos entra en negociaciones con D. Enrique IV de Castilla, para un futuro matrimonio con su hermanastra, la infanta Doña Isabel. La reacción de su padre D. Juan II, al enterarse, es extremadamente violenta, de tal manera que el 2 de diciembre lo detiene en Lleida,  y durante tres meses, recorre prisiones como Aytona, Fraga, Zaragoza, Miravet y finalmente Morella. Mientras, se producen altercados y revueltas en Cataluña y Nabarra a favor de su liberación. En Morella y tras la fatiga del viaje, pide que le traigan un medico por “sufrir un fuerte dolor en las entrañas”.

“Cuantos le rodeaban veían que Don Carlos estaba muy enfermo y que pese a los cuidados que le prodigaban, la enfermedad que padecía seguía su curso inexorable”. Se ofrecieron votos, se hicieron rogativas públicas, pero todo ello fue inútil. Los historiadores mencionan que “hacia tiempo que la fiebre le consumía”. Tenia periodos de calma, pero de pronto se agudizaba y cada vez desmejoraba más.

La Diputación del General solicita la inmediata puesta en libertad del Príncipe de Viana, y su renovación como candidato a rey. Tropas castellanas penetran en Nabarra, originando una nueva revuelta de los beaumonteses. El Consell del Principado proclama al Príncipe Carlos heredero de Cataluña. Ante la gravedad de los hechos, Juan II decreta su libertad el 25 de febrero. El 12 de marzo Don Carlos es recibido de forma apoteósica en Barcelona,y mediante las Capitulaciones de Villafranca del Penedes, se le reconoce como heredero de la corona aragonesa, jurando su cargo como Lugarteniente de Cataluña.

La salud de D. Carlos Príncipe de Biana, empeora, y el 21 de septiembre la fiebre habitual en el, se hace critica. Sus allegados organizan una peregrinación al Monasterio de Monserrat y se ofician actos religiosos. El 23 de septiembre de 1621 el Príncipe de Biana D. Carlos, fallece en Barcelona. Sus exequias se convierten en duelo nacional, quince mil personas desfilan ante su féretro, cuyo funeral es presidido por Don Felipe, hijo natural del Príncipe D. Carlos.

Sus restos son trasladados a la Catedral de Barcelona. Según los historiadores de la época, se le corto el antebrazo derecho para conservarlo en un relicario de plata en el Monasterio de Valdedoncellas, donde desapareció años mas tarde. Se le practico la autopsia para comprender la causa de su muerte y embalsamarlo. Los médicos diagnosticaron que la muerte fue ocasionada por una pleuresia. Se hablo también que podría haber muerto envenenado con arsénico, pero el estudio del cadáver presentaba huellas de haber sufrido una pleuresia de origen tuberculoso. Respecto a la posibilidad de que se emplease un veneno vegetal como la Aconitinia, no parece posible por la sintomatología que se describe en las crónicas de la época.




Lo que si se ha podido comprobar es que la parte superior de la momia (cabeza, tórax, y extremidades superiores), pertenecen aun varón de unos 40-45 años como tenia el Príncipe de Biana Don Carlos, en el momento de su muerte, mientras que de la cintura para abajo, (tronco, pelvis, y extremidades inferiores), pertenecen a una mujer de 50-60 años, error que probablemente fue cometido cuando se pensó reponer cada una de las momias amontonadas y mezcladas en sus sarcófagos correspondientes después de la violación de las tumbas de los Reyes de la Corona de Aragón en el Monasterio del Poblet, cometidas por el populacho en busca de objetos de valor. Es perceptible por la morfología que los restos se tratan de personas diferentes. Puede verse con todo detalle con lo relativo al estudio de esta momia con numerosas fotografías en el informe presentado por el profesor José Manuel Reverte Coma, al museo de historia de Cataluña.

Nabar Gorri                       

Bibliografía:

Mariona Ibars i Puga: El pincep de Viana (1996)
Mario Siculo
Gabriel Verd Martorell
José Manuel Reverte Coma
Gorgas.gob
Galeon.com
Wikipedia



Ilustración 1Don Carlos d'Evreux y Trastamara

sábado, 21 de enero de 2012

Coronación de Catalina y Juan. Iruña, 13 de enero de 1494


POR ARANTZAZU AMEZAGA IRIBARREN, BIBLIOTECARIA Y ESCRITORA



EL conde de Lerín, tras algunas negociaciones, rebajó sus ínfulas, accediendo a la coronación de Catalina de Foix y Juan de Albret, en Pamplona, la vieja Iruña, la del alma vascona, capital del reino de Navarra, según lo establecido en la Tregua de Orthez de 1493. Diez años llevaba retrasado el acto de coronación, aprobado por las Cortes de Navarra a la muerte del hermano de Catalina, Francisco en 1483.
La caravana detenida en Egüés, desde la Navidad, avanzó lentamente por las trochas de barro, cumpliendo las exigencias del ariscado Lerín, que advirtiendo mucho agramontés en la guardia real, les obligó a la escolta de los embajadores de Castilla y Francia… un anuncio de lo que habría de ser el fin del reino, reducido por esas fuerzas estatales emergentes y enemigas.
Catalina y Juan entraron en la ciudad aclamados por una población entusiasmada por los festejos de la retardada coronación, pese a la crudeza de la guerra civil y del mes de enero, según leemos en las crónicas. El día de la coronación, los reyes vestidos con sus mejores galas se acercaron a la catedral, en un desfile espléndido en cuanto a la exhibición de armas, cabalgaduras, trajes, música y banderolas. Era domingo, día del Señor, un 13 de enero.
Debió haber en la noche jura de armas, pero tal cosa no restó energía a Juan y Catalina, embarazada, y en medio de nubes de incienso, entraron en la catedral de Pamplona, rindieron reverencia al sepulcro de su antepasado Carlos el Noble, y se enfrentaron a la pequeña escultura sedente de Santa María La Real, en el altar mayor, donde les esperaba el obispo de la ciudad y prior de Roncesvalles, Juan Eguia. Éste les preguntó, según fórmula protocolaria, si querían ser reyes. Contestaron tres veces que sí, y entonces el obispo comenzó el largo recuento de obligaciones que ello comportaba, entre las que estaba la de acrecentar el reino y no enajenarlo, obedecer los Fueros, usos y costumbres, vivir en el reino, entre los naturales de éstos, y criar a su heredero en el conocimiento de la lengua del pueblo.
Quedó claro que la reina propietaria era Catalina, que si se incumplía el juramento, Navarra tenía potestad de apartarlos de su gobierno. Juan de Jassu, alcalde primero de la Corte Mayor, por ausencia del canciller, recibe el juramento de las Cortes de guardar fidelidad a los reyes, seguido de los obispos de Baiona y Dax, no presentes los de Calahorra, Tarazona y Montearagón. Tampoco compareció el conde Lerín, Luis de Beuamont, jefe del brazo militar de las Cortes. En plena rabieta, no asistió a la coronación, patentando una vez más, su insubordinación.
A lo largo de la ceremonia, Catalina y Juan se cambiaron varias veces de atuendo, todos lujosos, y se coronaron a sí mismos. Portaban cada uno una corona, una esfera y un cetro de oro. La espada la cargó Juan. El último acto de la coronación, tradicional de la monarquía navarra, fue la alzada de los reyes sobre el pavés que ostentaba el escudo de Navarra, sostenido por 12 ricoshombres de las 123 villas del reino, y al grito de Real, Real, Real.
Cumplidos los protocolos, entre los que se incluía una ofrenda de tapices a la iglesia y un interminable Te Deum, los reyes cambiaron nuevamente sus ropajes, y montando Juan un soberbio caballo blanco y Catalina reposando en una litera, recorrieron entre entusiasmos populares las calles de Iruña, a la que su antepasado Carlos el Noble, apaciguó la refriega de sus burgos. Ésta fue la última vez que en Iruña se realizó un acto de coronación.
Unía Catalina en su persona el reino de Navarra, los ducados o condesados de Bearn, Foix, parte de Cominges, Marson, Tours, Gabardon, Andorra y Castebon, mientras Juan aportaba Las Landas, Condado de Gaure, País de Albret, varios del Perigord, Lomousin y Bordelesado. Extensos eran los territorios de la corona de Navarra y diversos en usos, leyes, costumbres y lenguaje.
Gente animosa correteaba por las callejas, en plan pasacalles, entonando el siguiente estribillo:Labrit eta errege / Aita seme didazet / Condestable Jauna / arbizate anaye. Advertían a los nuevos reyes que debían buscar alguna complicidad con el condestable, porque si no, eso sería su ruina. Como lo fue.
Pese al festival de la coronación, las facciones mantuvieron las espadas en alto. El pueblo llano se demarcaba por la facción agramontesa, que cuidó la reina Catalina. Juan concedió más audiencia a los beaumonteses, en un intento de ambos por armonizar los enfrentamientos. Pero fueron los beaumonteses los protagonistas de la violencia que asolaba las tierras del sur del reino, bajo las órdenes del bandolero Lerín, obediente, a su manera, a los mandatos de Fernando de Aragón. Procurando la guerra civil, desestabilizaron el reino, lo arruinaron y lo perdieron.

viernes, 13 de enero de 2012

IRUÑA-PAMPLONA CAPITAL DE VASCONIA Y CAPITAL REGIA DEL REINO

Nadie, creo yo, pone en duda la evidencia de que Pamplona fue, lo que los naturales vascongados llamaron Irunia, Irunea, Iruña. Considerada, ya que rigieron estas tierras lo reges pampilonensium, como “la ciudad principal de los Vascones” (en tiempos de Estrabon), llego a ser “cabeza del Reino de Navarra”. Iruña no fue Iriona “Urbs bona”, o “villa buena”, ni Irienea “ciuda mia”,ni Iruona “tres buenas”, como algunos como Garibay, Sandoval, Moret, y otros defendieron. Latinados y romanizados la llamaron antiguamente Pompaelo, Pampilona (en latin), Pampelune (en francés), Pampalona (en romance occitano), Pampalone (en gascón), Pomplona (en romance navarro), Pamplona-Iruña en la actualidad.

    Si por capital de un Estado entendemos “la primera ciudad en la que residen los poderes públicos”, en nuestro caso el rey, su consejo, corte, y organismos administrativos, tendremos que reconocer que Pamplona tardo siglos en ser capital política de Nabarra. La permanente ausencia de los reyes ha sido una constante histórica en la historia ciudadana. Los primeros reyes de la dinastía  Jimeno fueron inhumados en el castillo de San Esteban, tierras conquistadas a los Banu-Qasi.

    Sancho Garcés III “El Mayor”, (c. 990/92 – 18 de octubre de 1035) pasa su infancia en Leire, fija su residencia en Nájera y recibe sepultura en Oña (Burgos). Tampoco durante la unión dinástica con Aragón, ni al recobrar la independencia con el Restaurador, la reconquista les mantiene alejados de la ciudad ya que la corte sigue siendo itinerante. Sancho el Fuerte (1194-1234) pasa los últimos años de su vida y muere de una ulcera varicosa, en el castillo de Tudela, recibiendo el sobrenombre de “el encerrado”.   

    Teobaldo II de Champaña (1093-1152) manda levantar en Tiebas, a la vista de Pamplona, un palacio-castillo puesto que prefería la paz bucólica del campo. Al paréntesis de ausencia de los reyes en Paris, suceden los Evreux. Doña Juana II (1311-1349), esposa de Carlos II de Evreux, “El malo” (1332-1387), se instala en el palacio de Olite. El rey Don Juan II El Grande (1398-1479) vivió ausente de Iruña por serlo de Aragón y su corona; su hija Leonor de Foix nació en Olite (1426) fue coronada reina el 28 de enero de 1479 muriendo quince días mas tarde, en Tudela (1479) y enterrada en Tafalla.

Los reyes apenas podían poner aquí sus pies, lo intento Sancho el Fuerte y su palacio recién construido paso a manos del obispo. La corona, con casas en, Tudela, Sanguesa, Tiebas, Monreal, Olite, Tafalla, Puente la Reina, Los Arcos, Viana, y otras partes, no la tuvo Iruña. En el Palacio Episcopal de San Pedro de alojaban los Evreux al visitar la ciudad y en el murió Carlos El Malo, aunque su hijo el rey Noble lo llama “Palacio Real” la reina Blanca lo adquirió en 1427

    Carlos II de Evreux El Malo,(1332-1387) será el primero en dar a la ciudad el titulo de “cabeca et la mas principal del regno”, pero “porque en la dicta ciudat se funda la catedral iglesia de Sancta Maria, en la quoal los reyes de Navarra suelen et han acostumbrado coronar” (1366) y porque “la dicta iglesia de Pompolona es madre e principal en nuestro regno”, donde los reyes son coronados, ungidos y sepultados (1384). Abundan en las mismas razones los Albret al decir: “la ciudat nuestra de Pompolona es la mas dispuesta y mas ynsigne del nuestro regno, asi por estar en medio e por otras causas e razones, como por ser caueca de la diócesis, donde la yglesia catedral esta dedicada, et todos los reyes del dicho nuestro regno reciuren el santo sacramento de la unction e su real coronamiento” (1499)

    El traspaso de la jurisdicción pamplonesa a la corona no modifica el estatuto jurídico del señorío. Desde ahora, y durante los años (1319-1512), será ostentado por los monarcas. Las antiguas diferencias sociales, de raíz tribal, entre los vecinos del Burgo, la población de la Navarreria, se van delimitando, pero sin desaparecer, hasta que Carlos III logre la unificación. Iruña sigue sufriendo pestes, guerras y violencias cuando los agramonteses intentan ocupar la capital beaumontesa. Cuando Juan III de Albret y Doña Catalina I de Foix logran imponer su autoridad y establecer aquí su residencia, es demasiado tarde. Con su salida hacia la Baja Navarra en 1512, Pamplona emprende otra etapa. Pero eso, ya es otra historia…

Nabargorri

Bibliografia:
Jose Maria Jimeno Jurio: Historia de Pamplona y sus lenguas
Enlaces externos:
Wikipedia