Muerto a los 64 años el rey de Nabarra D. Carlos III El
Noble el 8 de septiembre de 1425 en Olite y tras ser celebradas las exequias, depositados
sus restos en un sepulcro de alabastro, la vida continuaba en la Iruña. Su hija, la reina Doña Blanca I de
Nabarra (1425-1441) quiere vivir en la ciudad. Solicita
y obtiene del papa Martín la cesión del palacio de San Pedro de la Corona
(1427). Por fin, y después de mucho tiempo, los reyes tienen morada propia y
recinto donde plegar Cortes Generales, como las reunidas el 9 de agosto de este
mismo año “en el Palacio Real que es en la ciudat et Navarreria de Pomplona”.
Son años difíciles, de falta de alimentos. La reina arbrita recursos para
paliar las necesidades de la población, “por causa de la Grant mortandat que ha
continuado et continua de present” (septiembre de 1492).
La educación del heredero del Reino de Nabarra el Príncipe de
Biana D. Carlos d’Evreux y Trastámara fue muy esmerada como correspondía a un
futuro rey, de ello se ocuparon en Olite, su abuelo D. Carlos III el Noble, y
su madre Doña Blanca I de Nabarra. El ambiente tranquilo en el que se educo
entre ejercicios físicos como el remo, caza, y viajes a caballo, hicieron de el
un joven tranquilo y amante de la
paz. Fue un gran amante de los animales, y llego a hablar
correctamente cinco lenguas. Poseía una biblioteca de un centenar de libros,
casi todos de teología, historia y literatura. El mayor número de ellos estaban
escritos en latín, en lengua castellana solo uno. Tradujo la Ética de Aristóteles al castellano publicado
en Tarazona en 1509, y la condición de nobleza de Ángelo Millán. Escribió Crónica de los reyes de Navarra, Tratado de los milagros del famoso Santuario
de San Miguel de Aralar in Excelsis, cartas
e respuestas poéticas algunos ensayos de oratoria, entre los que sobresale
su Lamentación a la muerte del Rey
Alfonso, y alguna Epístola literaria.
Concibio el proyecto de publicar Las
morales de Aristoteles retocadas y concordadas con las ideas catolicas; mas
estimandose incapaz de llevar a bien por si solo esta obra difícil, escribio la
Epistola a los valientes letrados de España,
invitandoles a poner manos a la obra, poesias en castellano y catalan; las
escritas en castellano eran muy delicadas e ingeniosas, y solia cantarlas
acompañandose de la vihuela
Físicamente y según los estudios antropológico-forense-histórico,
habría que señalar que tenia el pelo de color castaño claro, los ojos grises,
la nariz larga y derecha, la cara pálida y delgada, la talla un poco mas alta
que la media, la mirada grave, y algo de melancolía en su expresión general. Era
cariñoso y creyente, de carácter bondadoso y dulce, amable con todo el mundo,
estudioso, simpático, le gustaban las joyas, llevaba un collar de oro con un
grifon colgado de el, otro collar de oro con esmeraldas del que colgaba una
cajita que contenía una piedra beozar, anillos y broches de oro. Una de esas joyas, era una
piedra en la que estaba representado un San Miguel, y una colección de
talismanes para impedir envenenamientos, mandrágoras, lenguas de serpiente y
otras numerosas piedras-amuletos. Le gustaba coleccionar toda clase de
curiosidades, cajas de nácar, ámbar, zafiros, rubíes, y un baúl lleno de
recuerdos. Era también muy amante de la pintura, y a el mismo le gustaba
pintar. Fue especialmente aficionado a la música que componía el mismo tocando
entre otros instrumentos, la vihuela y el arpa, aprendiendo también a danzar.
Era frugal en sus comidas, le gustaba vestir bien, montaba muy bien a caballo,
y tenia dos lebreles favoritos. En definitiva vivía sumergido en mundo de misticismos y placeres,
al ser un mecenas de la cultura y las artes. Cuidaba de el un medico árabe, el
maestro Muza Al-Kou Hrobi a quien pagaba 100 luises de pensión.
Por aquel entonces se perfilaban dos bandos rivales,
Agramont y Beaumont. En Iruña la iglesia y la justicia son adictos D. Juan II.
El capitán de la ciudad y defensor de los derechos del heredero, es D. Charles
de Beaumont, primer conde de Lerin desde 1424.El 3 de abril de 1441 en Santa
María la Real de Nieva (Segovia), muere la reina Doña Blanca
I de Nabarra. La corona recaía en su primogénito el Principe D. Carlos Evreux y
Trastámara, por fuero, por voluntad de su abuelo, el rey Noble y por haberlo
jurado por tal las Cortes.
A la muerte de D. Carlos III en noble, D. Juan II padre del Príncipe
de Biana, se desplaza hasta Tudela, donde, violando la resolución de las Cortes
de Nabarra, se autoproclama Rey de Nabarra. Dicha resolución creada el 20 de
enero de 1423 por D.Carlos III decía, que el Principado de Biana, seria para el
heredero D. Carlos. En 1429 D. Juan II se desplaza hasta Pamplona, donde se hace
coronar como Rey de Nabarra. El Rey D. Juan II, necesitaba la corona y sus
rentas. El poder y el dinero hacen que siga inmiscuyéndose en asuntos con
Castilla. Usurpo derechos, y pisoteo fueros, respaldado por los agramonteses
capitaneados por los peralta. De nada valen las protestas del heredero el
Principe D. Carlos ante las Cortes. Fiel al ruego de su madre Doña Blanca de
Nabarra, se intitula gobernador y lugarteniente general del reino.
En 1430 la mediación de D. Alfonso V llamado también D. Alfonso
I el Magnánimo, consigue la paz entre aragoneses y castellanos mediante las
Treguas de Majano. Doña Blanca de Nabarra, en ausencia de su marido, gobierna
su reino protegiendo las fronteras. El 17 de febrero de 1439 Doña Blanca
redacta su testamento. En el se reconoce como Reina de Nabarra y deja dispuesto
que, a su muerte, el trono recaerá en su hijo D. Carlos, pero con una cláusula que
indica que su hijo no puede usar titulo de rey sin el permiso de su padre.
El príncipe D. Carlos, se casa con la princesa Doña Inés
de Cleves el 30 de septiembre de 1439 en el castillo de Olite. Doña Inés era
hija del Duque de Cleves y sobrina D. Felipe el Bueno de Borgoña. A los nueve
años de casados el 6 de abril de 1448, Doña Inés tras una penosa enfermedad, muere
sin haberle dado un heredero a Don Carlos. El príncipe de Viana tuvo varias amantes.
A los treinta años se enamoro de Doña María de Armendáriz, doncella de su
hermana Doña Leonor con la que se comprometió casarse si le daba un hijo varón.
Pero le dio una hija, Doña Ana de Nabarra, que se casaría con D. Luis de la
Cerda, Conde de Merinaceli.
En 1441 la Reina Doña Blanca de Nabarra muere en el
Monasterio de Santa María Nieva al regresar de una peregrinación al Monasterio
de Guadalupe. Con el permiso paterno, y como era deseo de su madre, D. Carlos
de Viana pasa a reinar en Nabarra.
D. Juan II se casa
con Doña Juana Enriquez, una mujer de fuerte carácter decidida y soberbia que
no cae bien a muchos nabarros y a un sector importante de la nobleza, quienes
comienzan a cerrar filas en torno al Príncipe de Biana. Por otra parte D. Juan
II padre del Príncipe, sigue continuamente ausente del reino, y cuando hace
acto de presencia es para despojar a D. Carlos de su lugartenencia del reino y
actuar como en autentico Rey de Nabarra.
En el escudo de armas del Príncipe de Biana, hay dos
sabuesos o lebreles royendo un hueso
simbolizando los canes los Reinos de Francia y Castilla, y el hueso Nabarra.
Una leyenda encima de los perros: “Untrinque roditur”, por todas partes roen.
El reino se encuentra dividido en dos bandos, los Beaumonteses partidarios del Príncipe
de Viana D. Carlos, y los Agramonteses favorables a su padre D. Juan II. El 10
de mayo de 1452 mientras el Príncipe D. Carlos se halla recluido, Doña Juana
Enriquez da a luz en la localidad de Sos, a su primogénito habido con D.Juan
II, a el futuro D.Fernando El Católico. A partir de ese momento Doña Juana no
va a dejar de conspirar y poner todo de sus parte, para que el infante D. Fernando
llegue a lo más alto en los Reinos de Aragon y Nabarra, en decaimiento del
Principe de Biana Don Carlos.
En 1455 D. Juan II deshereda a su hijo D. Carlos y nombra
como heredero al Reino a Gastón de Foix, que era el marido de su hija Doña Leonor
y vasallo del Rey de Francia, a cambio de su ayuda militar. El Príncipe D. Carlos
vuelve a ser derrotado el Estella. Abatido, inicia un largo recorrido por
Europa en busca de apoyos para su causa.
Cuando estuvo en Nápoles fue recibido por su tío D. Alfonso
V El Magnánimo, quien se interesa por su situación y hace suya su causa. El
principe D. Carlos se enamoro de Doña Brianda Vaca, hermosa mujer de calidad,
que le acompañaría hasta su muerte en Barcelona. Tuvo con ella un hijo, Don
Felipe de Navarra y fue Conde de Beaufort. Estuvo a punto de casarse con Doña
Brianda, y sus amigos antes de su muerte le instaban a que lo hiciese in articulo mortis, para dejar a D.
Felipe como heredero. Pero el Príncipe D. Carlos comprendió que la herencia que
le iba a dejar era muy pesada para aquel niño y solo serviría para continuar
las luchas fraticidas y por ello prefirió dejar a su hermana Doña Blanca como
legitima sucesora tal y como habían dispuesto su abuelo D. Carlos III y su
madre. Además Doña Brianda le había creado algunos problemas que le obligaron
incluso a separarla de su lado.
En Sicilia se enamoro de una doncella de baja extracción a
quien se le conoce con el nombre de Capa con la que tuvo otro hijo, D. Juan
Alfonso de Navarra y Aragón, que luego fue abad de San Juan de la Peña y obispo
de Huesca. El príncipe D. Carlos no descuida su interés por el arte y las
letras, y traduce libros, compone versos y se relaciona con poetas y literatos,
especialmente con Ausias March, del que llega a ser gran amigo. Durante la
estancia en tierras sicilianas, se ve afectado por una extraña enfermedad que
le hace fatigarse e incluso le impide montar a caballo, teniendo se trasladado
en litera
Las cortes de Pamplona ( Beaumontesas ) en marzo de 1457, le
nombran como Rey de Nabarra. El 26 de junio su tío D. Alfonso V, redacta su
testamento donde nombra a D. Carlos como Príncipe de Gerona, es decir heredero
de los Reinos de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña, Sicilia, y el Principado
de Cataluña, eso si todo esto será heredado tras la muerte de sus padre D. Juan
II. Un año después en 1458 muere su tío D. Alfonso V El Magnánimo.
Inmediatamente su padre D. Juan II, es coronado como Rey de Aragón, mientras al
Príncipe de Biana se le ofrecen las Coronas de Nápoles y Silicia, pero D. Carlos
se encuentra sumido en una gran depresión por la muerte de su tío.
Tras departir sobre temas políticos y matrimoniales con D. Juan
II, el príncipe D. Carlos se embarca el 28 de agosto de 1459 hacia Mallorca alojándose
en el Palacio de la Almudaina y celebrándose grandes fastos en su honor. Allí
tuvo un amor, Margarita Colom de la que no solía hablar y dejo ”prenyada”.
Según cuenta el historiador mallorquín Gabriel Vard Martorell, fruto de ese
amor fue Cristóbal Colom. El hijo de Doña Margarita pudo nacer en la primavera
de 1460. Dice el historiador que dado que el príncipe no se preocupaba de
mantener en secreto sus otros amores, no se comprende su empeño inocultar la
identidad de este nuevo hijo natural que le atribuye el historiador mallorquín.
Esto nos crearía un problema mayor en la historia al pensar que si las cosas
hubieran sucedido así, Cristóbal Colom seria hermanastro del Rey Fernando El Católico.
Este dilema podría ser resuelto con un
cotejo de ADN entre D. Carlos Príncipe de Biana y D. Cristóbal Colom.
Tras las Cortes de Estella (agramontesas), es proclamada
heredera al trono por su padre su hermana Doña Leonor, quien hace prevalecer
sus derechos sobre los de su hermano D. Carlos. En 1460 con la excusa de su
estado de salud, (dice que el clima no le sienta bien) D. Carlos abandona la
isla de Mallorca, y sin el permiso de su padre, el cual lo tenia confinado en
la isla, se dirige a Barcelona. Allí se celebra la Concordia de Barcelona, al
objeto de llegar a la paz entre beaumonteses y agramonteses. A finales de
septiembre inicia una peregrinación al Monasterio de Monserrat
D. Carlos entra en negociaciones con D. Enrique IV de
Castilla, para un futuro matrimonio con su hermanastra, la infanta Doña Isabel.
La reacción de su padre D. Juan II, al enterarse, es extremadamente violenta,
de tal manera que el 2 de diciembre lo detiene en Lleida, y durante tres meses, recorre prisiones como
Aytona, Fraga, Zaragoza, Miravet y finalmente Morella. Mientras, se producen altercados
y revueltas en Cataluña y Nabarra a favor de su liberación. En Morella y tras
la fatiga del viaje, pide que le traigan un medico por “sufrir un fuerte dolor
en las entrañas”.
“Cuantos le rodeaban veían que Don Carlos estaba muy enfermo
y que pese a los cuidados que le prodigaban, la enfermedad que padecía seguía
su curso inexorable”. Se ofrecieron votos, se hicieron rogativas públicas, pero
todo ello fue inútil. Los historiadores mencionan que “hacia tiempo que la
fiebre le consumía”. Tenia periodos de calma, pero de pronto se agudizaba y
cada vez desmejoraba más.
La Diputación del General solicita la inmediata puesta en
libertad del Príncipe de Viana, y su renovación como candidato a rey. Tropas
castellanas penetran en Nabarra, originando una nueva revuelta de los
beaumonteses. El Consell del Principado proclama al Príncipe Carlos heredero de
Cataluña. Ante la gravedad de los hechos, Juan II decreta su libertad el 25 de
febrero. El 12 de marzo Don Carlos es recibido de forma apoteósica en
Barcelona,y mediante las Capitulaciones de Villafranca del Penedes, se le
reconoce como heredero de la corona aragonesa, jurando su cargo como
Lugarteniente de Cataluña.
La salud de D. Carlos Príncipe de Biana, empeora, y el 21 de
septiembre la fiebre habitual en el, se hace critica. Sus allegados organizan
una peregrinación al Monasterio de Monserrat y se ofician actos religiosos. El
23 de septiembre de 1621 el Príncipe de Biana D. Carlos, fallece en Barcelona.
Sus exequias se convierten en duelo nacional, quince mil personas desfilan ante
su féretro, cuyo funeral es presidido por Don Felipe, hijo natural del Príncipe
D. Carlos.
Sus restos son trasladados a la Catedral de Barcelona. Según
los historiadores de la época, se le corto el antebrazo derecho para
conservarlo en un relicario de plata en el Monasterio de Valdedoncellas, donde desapareció
años mas tarde. Se le practico la autopsia para comprender la causa de su
muerte y embalsamarlo. Los médicos diagnosticaron que la muerte fue ocasionada
por una pleuresia. Se hablo también que podría haber muerto envenenado con arsénico,
pero el estudio del cadáver presentaba huellas de haber sufrido una pleuresia
de origen tuberculoso. Respecto a la posibilidad de que se emplease un veneno vegetal
como la Aconitinia, no parece posible por la sintomatología que se describe en
las crónicas de la época.
Lo que si se ha podido comprobar es que la parte superior de
la momia (cabeza, tórax, y extremidades superiores), pertenecen aun varón de
unos 40-45 años como tenia el Príncipe de Biana Don Carlos, en el momento de su
muerte, mientras que de la cintura para abajo, (tronco, pelvis, y extremidades
inferiores), pertenecen a una mujer de 50-60 años, error que probablemente fue
cometido cuando se pensó reponer cada una de las momias amontonadas y mezcladas
en sus sarcófagos correspondientes después de la violación de las tumbas de los
Reyes de la Corona de Aragón en el Monasterio del Poblet, cometidas por el
populacho en busca de objetos de valor. Es perceptible por la morfología que
los restos se tratan de personas diferentes. Puede verse con todo detalle con lo
relativo al estudio de esta momia con numerosas fotografías en el informe
presentado por el profesor José Manuel Reverte Coma, al museo de historia de
Cataluña.
En definitiva D. Carlos príncipe de Biana, fue un hombre que
amo con ternura al pueblo sobre quien debía de haber reinado pacíficamente,
según se recoge de la sentida invocación que precede a su crónica. “ E por ende,¡ oh tu Navarra! Dellos (de sus magnificos
Reyes) así como de perlas ornada con mucha razón, e como de tanto beneficio
ensoberbecida en tus pobladores e gentes puedes e pueden ellos continuamente
cantar tu grande alabanza!... E tu Navarra no consintiendo que las otras
naciones de España se igualen contigo en la antigüedad de la indignidad real,
ni en el triunfo e merecimiento de fieles conquistas, ni en la antigua posesión
de tu acostumbrada lealtad, ni en la original señoría de tus siempre naturales
reyes e señores, por justicia de los cuales, con muy grant esfuerzo, has
sobrevivido muchos e grandes infortunios e daños”. El sentido de la vida de el Príncipe
de Biana se resume en esta lapidaria sentencia: “Príncipe mas señalado por sus
continuas desgracias que por otra cosa alguna. No alcanzo tanta ventura cuanta
era su condición y otras buenas partes merecían”.
Nabar Gorri
Bibliografía:
Arturo Campion - Nabarra en su vida histórica
Mariona Ibars i Puga - El pincep de Viana
Mario Siculo
Gabriel Verd Martorell
José Manuel Reverte Coma
Gorgas.gob
Galeon.com
Wikipedia
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