martes, 24 de enero de 2012

El príncipe de Viana

Muerto a los 64 años el rey de Nabarra D. Carlos III El Noble el 8 de septiembre de 1425 en Olite y tras ser celebradas las exequias, depositados sus restos en un sepulcro de alabastro, la vida continuaba en la Iruña. Su hija, la  reina Doña Blanca I de Nabarra (1425-1441) quiere vivir en la ciudad. Solicita y obtiene del papa Martín la cesión del palacio de San Pedro de la Corona (1427). Por fin, y después de mucho tiempo, los reyes tienen morada propia y recinto donde plegar Cortes Generales, como las reunidas el 9 de agosto de este mismo año “en el Palacio Real que es en la ciudat et Navarreria de Pomplona”. Son años difíciles, de falta de alimentos. La reina arbrita recursos para paliar las necesidades de la población, “por causa de la Grant mortandat que ha continuado et continua de present” (septiembre de 1492).

Se perfilan dos bandos rivales, Agramont y Beaumont. En Iruña la iglesia y la justicia son adictos D. Juan II. El capitán de la ciudad y defensor de los derechos del heredero, es D. Charles de Beaumont, primer conde de Lerin desde 1424.El 3 de abril de 1441 en Santa María la Real de Nieva (Segovia), muere la reina Doña Blanca I de Nabarra. La corona recaía en su primogénito el Principe D. Carlos Evreux y Trastámara, por fuero, por voluntad de su abuelo, el rey Noble y por haberlo jurado por tal las Cortes.

La educación del heredero del Reino de Nabarra el Príncipe de Biana D. Carlos d’Evreux y Trastámara fue muy esmerada como correspondía a un futuro rey, de ello se ocuparon en Olite, su abuelo D. Carlos III el Noble, y su madre Doña Blanca I de Nabarra. El ambiente tranquilo en el que se educo entre ejercicios físicos como el remo, caza, y viajes a caballo, hicieron de el un joven tranquilo y amante de la paz. Fue un gran amante de los animales, y llego a hablar correctamente cinco lenguas. Tradujo la Ética de Aristóteles al castellano publicada en Tarazona en 1509, y escribió una Crónica de los reyes de Navarra, el Tratado de los milagros del famoso Santuario de San Miguel de Aralar in Excelsis y una Epístola literaria entre otras.  Fue especialmente aficionado a la música que componía el mismo tocando entre otros instrumentos, la vihuela y el arpa, aprendiendo también a danzar. Era frugal en sus comidas, le gustaba vestir bien, montaba muy bien a caballo, y tenia dos lebreles favoritos.

Físicamente y según los estudios antropológico-forense-histórico, habría que señalar que tenia el pelo de color castaño claro, los ojos grises, la nariz larga y derecha, la cara pálida y delgada, la talla un poco mas alta que la media, la mirada grave, y algo de melancolía en su expresión general. Era cariñoso y creyente, de carácter bondadoso y dulce, amable con todo el mundo, estudioso, simpático, le gustaban las joyas, llevaba un collar de oro con un grifon colgado de el, otro collar de oro con esmeraldas del que colgaba una cajita que contenía una piedra beozar, anillos y  broches de oro. Una de esas joyas, era una piedra en la que estaba representado un San Miguel, y una colección de talismanes para impedir envenenamientos, mandrágoras, lenguas de serpiente y otras numerosas piedras-amuletos. Le gustaba coleccionar toda clase de curiosidades, cajas de nácar, ámbar, zafiros, rubíes, y un baúl lleno de recuerdos. Era también muy amante de la pintura, y a el mismo le gustaba pintar. En definitiva vivía  sumergido en mundo de misticismos y placeres, al ser un mecenas de la cultura y las artes. Cuidaba de el un medico árabe, el maestro Muza Al-Kou Hrobi a quien pagaba 100 luises de pensión.


A la muerte de D. Carlos III en noble, D. Juan II padre del Príncipe de Biana, se desplaza hasta Tudela, donde, violando la resolución de las Cortes de Nabarra, se autoproclama Rey de Nabarra. Dicha resolución creada el 20 de enero de 1423 por D.Carlos III decía, que el Principado de Viana, seria para el heredero D. Carlos. En 1429 D. Juan II se desplaza hasta Pamplona, donde se hace coronar como Rey de Nabarra. El Rey D. Juan II, necesitaba la corona y sus rentas. El poder y el dinero hacen que siga inmiscuyéndose en asuntos con Castilla. Usurpo derechos, y pisoteo fueros, respaldado por los agramonteses capitaneados por los peralta. De nada valen las protestas del heredero el Principe D. Carlos ante las Cortes. Fiel al ruego de su madre Doña Blanca de Nabarra, se intitula gobernador y lugarteniente general del reino.

En 1430 la mediación de D. Alfonso V llamado también D. Alfonso I el Magnánimo, consigue la paz entre aragoneses y castellanos mediante las Treguas de Majano. Doña Blanca de Nabarra, en ausencia de su marido, gobierna su reino protegiendo las fronteras. El 17 de febrero de 1439 Doña Blanca redacta su testamento. En el se reconoce como Reina de Nabarra y deja dispuesto que, a su muerte, el trono recaerá en su hijo D. Carlos, pero con una cláusula que indica que su hijo no puede usar titulo de rey sin el permiso de su padre.

El príncipe D. Carlos, se casa con la princesa Doña Inés de Cleves el 30 de septiembre de 1439 en el castillo de Olite. Doña Inés era hija del Duque de Cleves y sobrina D. Felipe el Bueno de Borgoña. A los nueve años de casados el 6 de abril de 1448, Doña Inés tras una penosa enfermedad, muere sin haberle dado un heredero a Don Carlos. El príncipe de Viana tuvo varias amantes. A los treinta años se enamoro de Doña María de Armendáriz, doncella de su hermana Doña Leonor con la que se comprometió casarse si le daba un hijo varón. Pero le dio una hija, Doña Ana de Nabarra, que se casaría con D. Luis de la Cerda, Conde de Merinaceli.

En 1441 la Reina Doña Blanca de Nabarra muere en el Monasterio de Santa María Nieva al regresar de una peregrinación al Monasterio de Guadalupe. Con el permiso paterno, y como era deseo de su madre, D. Carlos de Viana pasa a reinar en Nabarra.
D. Juan II  se casa con Doña Juana Enriquez, una mujer de fuerte carácter decidida y soberbia que no cae bien a muchos nabarros y a un sector importante de la nobleza, quienes comienzan a cerrar filas en torno al Príncipe de Biana. Por otra parte D. Juan II padre del Príncipe, sigue continuamente ausente del reino, y cuando hace acto de presencia es para despojar a D. Carlos de su lugartenencia del reino y actuar como en autentico Rey de Nabarra.

En el escudo de armas del Príncipe de Biana, hay dos sabuesos o lebreles  royendo un hueso simbolizando los canes los Reinos de Francia y Castilla, y el hueso Nabarra. Una leyenda encima de los perros: “Untrinque roditur”, por todas partes roen. El reino se encuentra dividido en dos bandos, los Beaumonteses partidarios del Príncipe de Viana D. Carlos, y los Agramonteses favorables a su padre D. Juan II. El 10 de mayo de 1452 mientras el Príncipe D. Carlos se halla recluido, Doña Juana Enriquez da a luz en la localidad de Sos, a su primogénito habido con D.Juan II, a el futuro D.Fernando El Católico. A partir de ese momento Doña Juana no va a dejar de conspirar y poner todo de sus parte, para que el infante D. Fernando llegue a lo más alto en los Reinos de Aragon y Nabarra, en decaimiento del Principe de Biana Don  Carlos.



En 1455 D. Juan II deshereda a su hijo D. Carlos y nombra como heredero al Reino a Gastón de Foix, que era el marido de su hija Doña Leonor y vasallo del Rey de Francia, a cambio de su ayuda militar. El Príncipe D. Carlos vuelve a ser derrotado el Estella. Abatido, inicia un largo recorrido por Europa en busca de apoyos para su causa.

Cuando estuvo en Nápoles fue recibido por su tío D. Alfonso V El Magnánimo, quien se interesa por su situación y hace suya su causa. El principe D. Carlos se enamoro de Doña Brianda Vaca, hermosa mujer de calidad, que le acompañaría hasta su muerte en Barcelona. Tuvo con ella un hijo, Don Felipe de Navarra y fue Conde de Beaufort. Estuvo a punto de casarse con Doña Brianda, y sus amigos antes de su muerte le instaban a que lo hiciese in articulo mortis, para dejar a D. Felipe como heredero. Pero el Príncipe D. Carlos comprendió que la herencia que le iba a dejar era muy pesada para aquel niño y solo serviría para continuar las luchas fraticidas y por ello prefirió dejar a su hermana Doña Blanca como legitima sucesora tal y como habían dispuesto su abuelo D. Carlos III y su madre. Además Doña Brianda le había creado algunos problemas que le obligaron incluso a separarla de su lado.

En Sicilia se enamoro de una doncella de baja extracción a quien se le conoce con el nombre de Capa con la que tuvo otro hijo, D. Juan Alfonso de Navarra y Aragón, que luego fue abad de San Juan de la Peña y obispo de Huesca. El príncipe D. Carlos no descuida su interés por el arte y las letras, y traduce libros, compone versos y se relaciona con poetas y literatos, especialmente con Ausias March, del que llega a ser gran amigo. Durante la estancia en tierras sicilianas, se ve afectado por una extraña enfermedad que le hace fatigarse e incluso le impide montar a caballo, teniendo se trasladado en litera

Las cortes de Pamplona ( Beaumontesas ) en marzo de 1457, le nombran como Rey de Nabarra. El 26 de junio su tío D. Alfonso V, redacta su testamento donde nombra a D. Carlos como Príncipe de Gerona, es decir heredero de los Reinos de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña, Sicilia, y el Principado de Cataluña, eso si todo esto será heredado tras la muerte de sus padre D. Juan II. Un año después en 1458 muere su tío D. Alfonso V El Magnánimo. Inmediatamente su padre D. Juan II, es coronado como Rey de Aragón, mientras al Príncipe de Biana se le ofrecen las Coronas de Nápoles y Silicia, pero D. Carlos se encuentra sumido en una gran depresión por la muerte de su tío.   

Tras departir sobre temas políticos y matrimoniales con D. Juan II, el príncipe D. Carlos se embarca el 28 de agosto de 1459 hacia Mallorca alojándose en el Palacio de la Almudaina y celebrándose grandes fastos en su honor. Allí tuvo un amor, Margarita Colom de la que no solía hablar y dejo”prenyada”. Según cuenta el historiador mallorquín Gabriel Vard Martorell, fruto de ese amor fue Cristóbal Colom. El hijo de Doña Margarita pudo nacer en la primavera de 1460. Dice el historiador que dado que el príncipe no se preocupaba de mantener en secreto sus otros amores, no se comprende su empeño inocultar la identidad de este nuevo hijo natural que le atribuye el historiador mallorquín. Esto nos crearía un problema mayor en la historia al pensar que si las cosas hubieran sucedido así, Cristóbal Colom seria hermanastro del Rey Fernando El Católico. Este dilema  podría ser resuelto con un cotejo de ADN entre D. Carlos Príncipe de Biana y D. Cristóbal Colom.


Tras las Cortes de Estella (agramontesas), es proclamada heredera al trono por su padre su hermana Doña Leonor, quien hace prevalecer sus derechos sobre los de su hermano D. Carlos. En 1460 con la excusa de su estado de salud, (dice que el clima no le sienta bien) D. Carlos abandona la isla de Mallorca, y sin el permiso de su padre, el cual lo tenia confinado en la isla, se dirige a Barcelona. Allí se celebra la Concordia de Barcelona, al objeto de llegar a la paz entre beaumonteses y agramonteses. A finales de septiembre inicia una peregrinación al Monasterio de Monserrat

D. Carlos entra en negociaciones con D. Enrique IV de Castilla, para un futuro matrimonio con su hermanastra, la infanta Doña Isabel. La reacción de su padre D. Juan II, al enterarse, es extremadamente violenta, de tal manera que el 2 de diciembre lo detiene en Lleida,  y durante tres meses, recorre prisiones como Aytona, Fraga, Zaragoza, Miravet y finalmente Morella. Mientras, se producen altercados y revueltas en Cataluña y Nabarra a favor de su liberación. En Morella y tras la fatiga del viaje, pide que le traigan un medico por “sufrir un fuerte dolor en las entrañas”.

“Cuantos le rodeaban veían que Don Carlos estaba muy enfermo y que pese a los cuidados que le prodigaban, la enfermedad que padecía seguía su curso inexorable”. Se ofrecieron votos, se hicieron rogativas públicas, pero todo ello fue inútil. Los historiadores mencionan que “hacia tiempo que la fiebre le consumía”. Tenia periodos de calma, pero de pronto se agudizaba y cada vez desmejoraba más.

La Diputación del General solicita la inmediata puesta en libertad del Príncipe de Viana, y su renovación como candidato a rey. Tropas castellanas penetran en Nabarra, originando una nueva revuelta de los beaumonteses. El Consell del Principado proclama al Príncipe Carlos heredero de Cataluña. Ante la gravedad de los hechos, Juan II decreta su libertad el 25 de febrero. El 12 de marzo Don Carlos es recibido de forma apoteósica en Barcelona,y mediante las Capitulaciones de Villafranca del Penedes, se le reconoce como heredero de la corona aragonesa, jurando su cargo como Lugarteniente de Cataluña.

La salud de D. Carlos Príncipe de Biana, empeora, y el 21 de septiembre la fiebre habitual en el, se hace critica. Sus allegados organizan una peregrinación al Monasterio de Monserrat y se ofician actos religiosos. El 23 de septiembre de 1621 el Príncipe de Biana D. Carlos, fallece en Barcelona. Sus exequias se convierten en duelo nacional, quince mil personas desfilan ante su féretro, cuyo funeral es presidido por Don Felipe, hijo natural del Príncipe D. Carlos.

Sus restos son trasladados a la Catedral de Barcelona. Según los historiadores de la época, se le corto el antebrazo derecho para conservarlo en un relicario de plata en el Monasterio de Valdedoncellas, donde desapareció años mas tarde. Se le practico la autopsia para comprender la causa de su muerte y embalsamarlo. Los médicos diagnosticaron que la muerte fue ocasionada por una pleuresia. Se hablo también que podría haber muerto envenenado con arsénico, pero el estudio del cadáver presentaba huellas de haber sufrido una pleuresia de origen tuberculoso. Respecto a la posibilidad de que se emplease un veneno vegetal como la Aconitinia, no parece posible por la sintomatología que se describe en las crónicas de la época.




Lo que si se ha podido comprobar es que la parte superior de la momia (cabeza, tórax, y extremidades superiores), pertenecen aun varón de unos 40-45 años como tenia el Príncipe de Biana Don Carlos, en el momento de su muerte, mientras que de la cintura para abajo, (tronco, pelvis, y extremidades inferiores), pertenecen a una mujer de 50-60 años, error que probablemente fue cometido cuando se pensó reponer cada una de las momias amontonadas y mezcladas en sus sarcófagos correspondientes después de la violación de las tumbas de los Reyes de la Corona de Aragón en el Monasterio del Poblet, cometidas por el populacho en busca de objetos de valor. Es perceptible por la morfología que los restos se tratan de personas diferentes. Puede verse con todo detalle con lo relativo al estudio de esta momia con numerosas fotografías en el informe presentado por el profesor José Manuel Reverte Coma, al museo de historia de Cataluña.

Nabar Gorri                       

Bibliografía:

Mariona Ibars i Puga: El pincep de Viana (1996)
Mario Siculo
Gabriel Verd Martorell
José Manuel Reverte Coma
Gorgas.gob
Galeon.com
Wikipedia



Ilustración 1Don Carlos d'Evreux y Trastamara

sábado, 21 de enero de 2012

Coronación de Catalina y Juan. Iruña, 13 de enero de 1494


POR ARANTZAZU AMEZAGA IRIBARREN, BIBLIOTECARIA Y ESCRITORA



EL conde de Lerín, tras algunas negociaciones, rebajó sus ínfulas, accediendo a la coronación de Catalina de Foix y Juan de Albret, en Pamplona, la vieja Iruña, la del alma vascona, capital del reino de Navarra, según lo establecido en la Tregua de Orthez de 1493. Diez años llevaba retrasado el acto de coronación, aprobado por las Cortes de Navarra a la muerte del hermano de Catalina, Francisco en 1483.
La caravana detenida en Egüés, desde la Navidad, avanzó lentamente por las trochas de barro, cumpliendo las exigencias del ariscado Lerín, que advirtiendo mucho agramontés en la guardia real, les obligó a la escolta de los embajadores de Castilla y Francia… un anuncio de lo que habría de ser el fin del reino, reducido por esas fuerzas estatales emergentes y enemigas.
Catalina y Juan entraron en la ciudad aclamados por una población entusiasmada por los festejos de la retardada coronación, pese a la crudeza de la guerra civil y del mes de enero, según leemos en las crónicas. El día de la coronación, los reyes vestidos con sus mejores galas se acercaron a la catedral, en un desfile espléndido en cuanto a la exhibición de armas, cabalgaduras, trajes, música y banderolas. Era domingo, día del Señor, un 13 de enero.
Debió haber en la noche jura de armas, pero tal cosa no restó energía a Juan y Catalina, embarazada, y en medio de nubes de incienso, entraron en la catedral de Pamplona, rindieron reverencia al sepulcro de su antepasado Carlos el Noble, y se enfrentaron a la pequeña escultura sedente de Santa María La Real, en el altar mayor, donde les esperaba el obispo de la ciudad y prior de Roncesvalles, Juan Eguia. Éste les preguntó, según fórmula protocolaria, si querían ser reyes. Contestaron tres veces que sí, y entonces el obispo comenzó el largo recuento de obligaciones que ello comportaba, entre las que estaba la de acrecentar el reino y no enajenarlo, obedecer los Fueros, usos y costumbres, vivir en el reino, entre los naturales de éstos, y criar a su heredero en el conocimiento de la lengua del pueblo.
Quedó claro que la reina propietaria era Catalina, que si se incumplía el juramento, Navarra tenía potestad de apartarlos de su gobierno. Juan de Jassu, alcalde primero de la Corte Mayor, por ausencia del canciller, recibe el juramento de las Cortes de guardar fidelidad a los reyes, seguido de los obispos de Baiona y Dax, no presentes los de Calahorra, Tarazona y Montearagón. Tampoco compareció el conde Lerín, Luis de Beuamont, jefe del brazo militar de las Cortes. En plena rabieta, no asistió a la coronación, patentando una vez más, su insubordinación.
A lo largo de la ceremonia, Catalina y Juan se cambiaron varias veces de atuendo, todos lujosos, y se coronaron a sí mismos. Portaban cada uno una corona, una esfera y un cetro de oro. La espada la cargó Juan. El último acto de la coronación, tradicional de la monarquía navarra, fue la alzada de los reyes sobre el pavés que ostentaba el escudo de Navarra, sostenido por 12 ricoshombres de las 123 villas del reino, y al grito de Real, Real, Real.
Cumplidos los protocolos, entre los que se incluía una ofrenda de tapices a la iglesia y un interminable Te Deum, los reyes cambiaron nuevamente sus ropajes, y montando Juan un soberbio caballo blanco y Catalina reposando en una litera, recorrieron entre entusiasmos populares las calles de Iruña, a la que su antepasado Carlos el Noble, apaciguó la refriega de sus burgos. Ésta fue la última vez que en Iruña se realizó un acto de coronación.
Unía Catalina en su persona el reino de Navarra, los ducados o condesados de Bearn, Foix, parte de Cominges, Marson, Tours, Gabardon, Andorra y Castebon, mientras Juan aportaba Las Landas, Condado de Gaure, País de Albret, varios del Perigord, Lomousin y Bordelesado. Extensos eran los territorios de la corona de Navarra y diversos en usos, leyes, costumbres y lenguaje.
Gente animosa correteaba por las callejas, en plan pasacalles, entonando el siguiente estribillo:Labrit eta errege / Aita seme didazet / Condestable Jauna / arbizate anaye. Advertían a los nuevos reyes que debían buscar alguna complicidad con el condestable, porque si no, eso sería su ruina. Como lo fue.
Pese al festival de la coronación, las facciones mantuvieron las espadas en alto. El pueblo llano se demarcaba por la facción agramontesa, que cuidó la reina Catalina. Juan concedió más audiencia a los beaumonteses, en un intento de ambos por armonizar los enfrentamientos. Pero fueron los beaumonteses los protagonistas de la violencia que asolaba las tierras del sur del reino, bajo las órdenes del bandolero Lerín, obediente, a su manera, a los mandatos de Fernando de Aragón. Procurando la guerra civil, desestabilizaron el reino, lo arruinaron y lo perdieron.

viernes, 13 de enero de 2012

IRUÑA-PAMPLONA CAPITAL DE VASCONIA Y CAPITAL REGIA DEL REINO

Nadie, creo yo, pone en duda la evidencia de que Pamplona fue, lo que los naturales vascongados llamaron Irunia, Irunea, Iruña. Considerada, ya que rigieron estas tierras lo reges pampilonensium, como “la ciudad principal de los Vascones” (en tiempos de Estrabon), llego a ser “cabeza del Reino de Navarra”. Iruña no fue Iriona “Urbs bona”, o “villa buena”, ni Irienea “ciuda mia”,ni Iruona “tres buenas”, como algunos como Garibay, Sandoval, Moret, y otros defendieron. Latinados y romanizados la llamaron antiguamente Pompaelo, Pampilona (en latin), Pampelune (en francés), Pampalona (en romance occitano), Pampalone (en gascón), Pomplona (en romance navarro), Pamplona-Iruña en la actualidad.

    Si por capital de un Estado entendemos “la primera ciudad en la que residen los poderes públicos”, en nuestro caso el rey, su consejo, corte, y organismos administrativos, tendremos que reconocer que Pamplona tardo siglos en ser capital política de Nabarra. La permanente ausencia de los reyes ha sido una constante histórica en la historia ciudadana. Los primeros reyes de la dinastía  Jimeno fueron inhumados en el castillo de San Esteban, tierras conquistadas a los Banu-Qasi.

    Sancho Garcés III “El Mayor”, (c. 990/92 – 18 de octubre de 1035) pasa su infancia en Leire, fija su residencia en Nájera y recibe sepultura en Oña (Burgos). Tampoco durante la unión dinástica con Aragón, ni al recobrar la independencia con el Restaurador, la reconquista les mantiene alejados de la ciudad ya que la corte sigue siendo itinerante. Sancho el Fuerte (1194-1234) pasa los últimos años de su vida y muere de una ulcera varicosa, en el castillo de Tudela, recibiendo el sobrenombre de “el encerrado”.   

    Teobaldo II de Champaña (1093-1152) manda levantar en Tiebas, a la vista de Pamplona, un palacio-castillo puesto que prefería la paz bucólica del campo. Al paréntesis de ausencia de los reyes en Paris, suceden los Evreux. Doña Juana II (1311-1349), esposa de Carlos II de Evreux, “El malo” (1332-1387), se instala en el palacio de Olite. El rey Don Juan II El Grande (1398-1479) vivió ausente de Iruña por serlo de Aragón y su corona; su hija Leonor de Foix nació en Olite (1426) fue coronada reina el 28 de enero de 1479 muriendo quince días mas tarde, en Tudela (1479) y enterrada en Tafalla.

Los reyes apenas podían poner aquí sus pies, lo intento Sancho el Fuerte y su palacio recién construido paso a manos del obispo. La corona, con casas en, Tudela, Sanguesa, Tiebas, Monreal, Olite, Tafalla, Puente la Reina, Los Arcos, Viana, y otras partes, no la tuvo Iruña. En el Palacio Episcopal de San Pedro de alojaban los Evreux al visitar la ciudad y en el murió Carlos El Malo, aunque su hijo el rey Noble lo llama “Palacio Real” la reina Blanca lo adquirió en 1427

    Carlos II de Evreux El Malo,(1332-1387) será el primero en dar a la ciudad el titulo de “cabeca et la mas principal del regno”, pero “porque en la dicta ciudat se funda la catedral iglesia de Sancta Maria, en la quoal los reyes de Navarra suelen et han acostumbrado coronar” (1366) y porque “la dicta iglesia de Pompolona es madre e principal en nuestro regno”, donde los reyes son coronados, ungidos y sepultados (1384). Abundan en las mismas razones los Albret al decir: “la ciudat nuestra de Pompolona es la mas dispuesta y mas ynsigne del nuestro regno, asi por estar en medio e por otras causas e razones, como por ser caueca de la diócesis, donde la yglesia catedral esta dedicada, et todos los reyes del dicho nuestro regno reciuren el santo sacramento de la unction e su real coronamiento” (1499)

    El traspaso de la jurisdicción pamplonesa a la corona no modifica el estatuto jurídico del señorío. Desde ahora, y durante los años (1319-1512), será ostentado por los monarcas. Las antiguas diferencias sociales, de raíz tribal, entre los vecinos del Burgo, la población de la Navarreria, se van delimitando, pero sin desaparecer, hasta que Carlos III logre la unificación. Iruña sigue sufriendo pestes, guerras y violencias cuando los agramonteses intentan ocupar la capital beaumontesa. Cuando Juan III de Albret y Doña Catalina I de Foix logran imponer su autoridad y establecer aquí su residencia, es demasiado tarde. Con su salida hacia la Baja Navarra en 1512, Pamplona emprende otra etapa. Pero eso, ya es otra historia…

Nabargorri

Bibliografia:
Jose Maria Jimeno Jurio: Historia de Pamplona y sus lenguas
Enlaces externos:
Wikipedia