miércoles, 6 de junio de 2012



El príncipe de Biana


En la ciudad de Tutera, concretamente el 20 de enero del año 1423, el rey Carlos III de Nabarra, que ha pasado a la posteridad como el Noble, instauraba el título de príncipe de Biana para su nieto también llamado Carlos, legítimo heredero de su hija Blanca de Nabarra y con vistas de salvaguardar el Reino o Estado de los nabarros, de las garras ambiciosas de su yerno, el infante aragonés de origen castellano Juan de Trastámara, el cual ha pasado a la historiografía nabarra como el Usurpador.
A día de hoy, podemos afirmar sin ningún tipo de duda, que este título
originariamente nabarro, también ha sido usurpado por el heredero al
trono español, Don Felipe de Borbón y Grecia. Incluso de este acto se
hace eco parte de la historiografía española, pues así lo menciona sin
ningún tipo de pudor, ya que consideran al infante Don Carlos de
Borbón-Dos Sicilias, como legítimo dueño del título, e incluso se
atreven a señalar a su madre, Doña Alicia de Borbón-Parma, como la
legítima reina de todos los nabarros y nabarras, siguiendo para ello un
falso orden histórico de sucesión, el cual es tan ilegítimo como aquel
que aportan aquellos que sostienen a Don Felipe de Borbón y Grecia como
príncipe de Biana.
A decir verdad, no han sido solo los miembros de la casa de Borbón
quienes han suplantado de forma ilegal, al verdadero o la verdadera
poseedora del título del heredero o heredera a la Corona de Nabarra. Tras
la invasión militar española, sin previa declaración de guerra del año
1512 y el asentamiento de la ocupación genocida española en las tierras
nabarras del sur del Pirineo, la casa de los Austrias, reinantes en el
reino de España e iniciadores de la colonización de los nabarros
surpirenaicos, utiliza de forma ilegítima y sin ningún tipo de rubor,
los títulos de rey de Nabarra y del príncipe de Biana, buscando
legitimarse ante un pueblo nabarro derrotado que sufría la terrible
represión de la soldadesca española y la denominada Santa Inquisición,
arma católica esencial e imprescindible para lograr el sometimiento de
los nabarros surpirenaicos.
Volviendo a la casa de Borbón o Bourbon, inicialmente a la rama de los
Anjou a la cual pertenece Don Felipe de Borbón y Grecia, debemos repasar
el Tratado de Utrecht realizado en el año 1714, entre rey Felipe de
Borbón, V de España y Louis XIV de Francia, este último también se
auto titulaba como III de Nabarra. En dicho tratado el rey español
renunció para él y todos sus herederos a todos los derechos sucesorios
en Francia y Nabarra, en beneficio del delfín de Francia, el futuro Louis
XV de Francia, el cual, a semejanza de su antecesor, también se auto
titula como IV de Nabarra. Este Tratado nos indica, que en la guerra de
sucesión española iniciada en el año 1833, ninguno de los pretendientes
al trono español podía titularse como rey de los nabarros y nabarras.
Legalmente el único miembro de la casa de Borbón, que ha ostentado de
forma legítima el título de príncipe de Biana, fue Enrique de Borbón y
Albret, que accedería al trono del Reino o Estado de Nabarra a la muerte
por asesinato de su madre, la reina Juana III de Nabarra. Así,
concretamente, e1 día 1 abril del año 1553, en el bello palacio de Pau,
la aún princesa de Biana, Juana de Albret, paría a un hijo varón, al
cual le dan el mismo nombre que su abuelo el rey de Nabarra, Enrique II el
Sangüesino.
Desde la instauración del título de príncipe de Biana, este tenía lo
obligación de ser educado en la Corte del Reino Soberano de Nabarra. Por
ello, tras el asesinato de Enrique III de Nabarra y IV de Francia, los
Estado Generales de Nabarra pidieron al hijo de este, el delfín de
Francia y futuro Louis XIII, su presencia en la Corte de Pau, pero este
bajo consejo del cardenal Richelieu, no solo se niega, sino que renuncia
al título de príncipe de Biana, tanto para él como para todos sus
sucesores, es decir, para cualquier rama de la casa de Borbón. Pero por
si esto no fuera poco, el testamento realizado en el año 1607 por Enrique
III de Nabarra y IV de Francia, deja bien claro que el Reino de Nabarra, y
por tanto todos sus títulos, era devueltos a la casa de los Albret, la
cual posee en la actualidad herederos y herederas directos de Catalina de
Foix y Juan de Albret, que dado el caso y siguiendo el Derecho
Pirenaico-antes leyes que reyes-podría volver a gobernar en un Estado
Soberano de Nabarra, solo si así lo decidimos los nabarros y nabarras.

Iñigo Saldise Alda.



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