lunes, 12 de diciembre de 2011

Los mapas de la nación


Los mapas de la nación
Tomás Urzainqui Mina, jurista e historiador nabarro

Los mapas de la nación propia son dignos del debido respeto y cobran si cabe más influencia en una cultura de la imagen. Navarra por su larga historia política goza de una rica y variada representación cartográfica desarrollada durante más de mil años. Sin embargo, la buscada indefinición sobre todo lo que se refiere a la realidad colectiva tiene su origen en el proceso continuado de conquistas y subordinación que padece la sociedad navarra. Las manifestaciones de ello, son, tanto la ocultación a la ciudadanía de los reconocimientos internacionales de la existencia de la Nabarra Osoa, como la derivada práctica negacionista inducida en el seno de la sociedad navarra dominada.

La cartografía histórica refleja fundamentalmente la plasmación gráfica de las demarcaciones políticas nacionales y estatales. Según cual sea la nacionalidad del autor del mapa, en muchas ocasiones no suele tener el mismo resultado. Quien a menudo manipulará la realidad y tenderá a extender al máximo a su propia nación en detrimento de las vecinas. De ahí la importancia de estos mapas, que aunque realizados por terceros, se veían obligados aún con limitaciones a reflejar la realidad territorial de cada momento, de los que nos han dejado un valioso testimonio. Así los mapas de Europa en las distintas épocas históricas confeccionados con fines didácticos en las universidades inglesas, italianas, portuguesas, alemanas, españolas o francesas son de cierta fiabilidad sobre la existencia política de la nación navarra. Los mapas geográficos, étnicos, lingüísticos y culturales se reducen a los dos últimos siglos, mientras que los mapas de intencionalidad política, militar y comercial se remontan a más de dos mil años.

El mapamundi de Saint Sever recoge el espacio político de Wasconia, gobernado por el rey Sancho III el Mayor, en el conjunto de las naciones europeas vecinas. Entre, de un lado la muga del Garona y del otro la muga con los Astures. Es el territorio que los reyes de Navarra quisieron defender y recuperar tras las invasiones. Los reyes de Pamplona, o de Navarra, son sucesores de los duques de Vasconia. La centralidad, legitimidad y territorialidad de los vascones estaba y está en torno a la ciudad de Pamplona-Iruña. Fueron una continuidad, tanto en las gentes, como en el territorio y en su gobierno. La elevación del ducado vascón a reino de Pamplona-Navarra supuso la consolidación y homologación internacional del Estado soberano de los vascos.

No es una mera cuestión de nombres (Vasconia, Wasconia, Gasconia, Navarra, País Vasco, Euskal Herria) sino que se trata de diferentes contenidos. Cada uno de esos nombres hace referencia a diversos significados. Así, resumiendo, la evolución política de Vasconia o Wasconia a Navarra se produjo de forma lenta y no traumática. Tanto es así que en las fuentes documentales del siglo XI todavía se seguía llamando Vasconia y vascones, compartiendo el nombre con pamploneses, Navarra y navarros. Antes de que España y Francia culminaran sus conquistas y ocupaciones del Reino de Navarra, en 1512 y 1620, la existencia de mapas y representaciones cartográficas tanto de Vasconia como del Reino de Pamplona y de Navarra es numerosa, así su reflejo en los antiguos mapamundis de época romana y tardo antigua, a los que hay que añadir los portulanos con finalidad de ayudar al tráfico marítimo y mercantil donde figura el Reino de Navarra por poseer puertos de mar. A lo largo del siglo XVI todavía se recoge en la cartografía la unidad política de la Navarra plena, reflejando como unidad los Estados pirenáicos del Reino de Navarra. También es imprescindible tener en cuenta la numerosa cartografía política de la historiografía europea donde figura siempre el Reino de Navarra entre el resto de los Reinos europeos.

Es una manipulación sustituir lo que dicen los títulos de los mapas originales, políticos, o militares, de los siglos XVI al XIX inclusive. Así los nombres que figuran en los mapas originales, con muy grandes letras mayúsculas, indicando REINO DE NAVARRA, ROYAUME DE LA NAVARRE, NAVARRA, NAVARRE, reflejando a menudo al conjunto del territorio nacional de la Nabarra Osoa, y en algunos de ellos señalando con letras más pequeñas los nombres de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa o de "provincias vascongadas", dejando constancia de que, de alguna manera, son dependencias del Reino o Estado europeo de Navarra. Todos esos mapas constatan la situación política de la época en que se confeccionaron, pues ya se habían desgajado violentamente, tras las conquistas, partes del territorio nacional navarro.

De la Comunidad se evolucionó hasta la Sociedad con Estado, pero como consecuencia de las conquistas se minorizó la Sociedad conquistada que sufrió un proceso de primitivización y regresión hacia la Comunidad. De ahí que la independencia implica la recuperación de la Sociedad soberana y de su Estado. Lo contrario sería quedarse en el parámetro de la Comunidad cuando este es un estadio anterior al del Estado y la Nación. Euskal Herria tiene un significado, comúnmente aceptado por la filología, como el país del euskara. Suplantar u oponer, en clara impostura, dichas representaciones de la realidad política por la denominación lingüística y comunitaria (Euskal Herria), resulta una conducta inadmisible. Es muy doloroso para los ciudadanos de este país y contraproducente para la defensa de los derechos de esta sociedad que se esté confundiendo voluntariamente la larga y asentada realidad política de los vascos que es Navarra, ocultándola y falsificándola.

Es justo que las conquistas -absoluta y radicalmente contrarias a todos los Derechos y a la legalidad internacional y por lo tanto radicalmente nulas- no tengan ni el más mínimo reconocimiento en los mapas y cartografías. A lo sumo habría que constatar en los mapas que se confeccionen las sucesivas fechas en que comenzó la ocupación y la partición de las distintas porciones del territorio nacional y estatal navarro. La publicación de libros, como “La Navarra marítima” y “Navarra sin fronteras impuestas” o la “Vasconia” de Krutwig, que facilitaron la comprensión de la unidad política y nacional de La Nabarra Osoa, no terminó de agradar a algunos que no se atrevieron a manifestar públicamente su actitud negativa, sino que prefirieron la labor de zapa en la que continúan.

Una cosa es confeccionar ahora un mapa del país del euskera, o Euskal Herria, y otra muy diferente recoger los mapas del siglo IX al XIX y no señalar suficientemente que se hicieron para reflejar la realidad política de cada momento histórico con el Reino de Navarra y a partir del siglo XVI con las dependencias vascongadas como provincias, o nombrándolas con menor relieve que a Navarra, por ser esta la denominación del Reino o Estado por antonomasia. Lo inadmisible, por afectar a la verdad histórica y política de los vascos es minimizar, aún llevados por un mal entendido patriotismo, la realidad del Estado navarro reconocida y reflejada internacionalmente.

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