martes, 25 de octubre de 2011

Historiografia sobre San Fermin

No podemos negar a la sociedad medieval fantasía ni fuerza creadora de relatos épicos e “historias”,de Vitae Sanctorum, Actae Martyrum, librimiraculorum, Chansons de geste. Sus autores no intentaban ser objetivos al relatar los hechos, sino deleitar a sus oyentes con ejemplos apasionantes de la virtud o el valor, inmortalizar al héroe o al santo, estimular, seguir su ejemplo, y fomentar peregrinaciones y limosnas a sus santuarios.

            Presidía la diócesis de Amiens el obispo Eulogio hacia el año 346. Pero hasta finales del siglo VIII no hay noticia del santo ni de su culto en la ciudad. Por entonces aparece un Fermín confesor en una letanías del monasterio de Santa Maria de Soissons, al que se asocio un homónimo mártir en unas letanías de comienzos del siglo IX. Ambos encabezaban la serie de obispos, primero el martirizado sub praesideRictiovaro y después el confesor. Para 851 in Ambianensi civitate ipse preciosus martyr in corpore requiescit. Nacidos nombre, cargo y reliquias, poco a poco fueron desarrollándose  las noticias bibliograficas. Como la del hallazgo milagroso de sus reliquias un 13 de febrero. Al derretirse nieves y hielos, y brotar la primavera florida sobre la tumba.

            Los navarros tardaron siglos en conocer la existencia de tan egregio paisano. Su culto fue desconocido antes del siglo XII. A pesar de que los obispos ambianenses venían repartiendo los despojos del santo entre iglesias y familias nobles, guardando un brazo y el cráneo en sendos replicarios de plata, Pamplona no tuvo una reliquia suya. Ni entre mas de cincuenta colocadas en la imagen de Santa María de la Catedral, enumeradas por Arigita y Lasa, ni en otras relaciones de la época, como la del tesoro inmenso guardado en las arquetas árabes de Fitero.

            La primera reliquia, probablemente la noticia de su existencia, fue traída desde Amiens en 1186 por el artajones Pedro de Paris, obispo de Pamplona. Al regresar de Roma, su amigo Teobaldo de Heilly, prelado ambianense,le obsequio con un fragmento del cráneo engarzado en cruz de oro. Llegado a Pamplona, dio rango solemne a la fiesta del mártir, 10 de octubre, con banquete y cena para el cabildo. “Lo decretamos así porque el nacimiento de dicho mártir es atribuido a padres pamploneses y se dice que fue ordenado obispo de la ciudad”, escribe el prelado en el decreto, como si todavía no estuviera seguro de lo que había escuchado a su amigo y colega de Amiens.

            Confirma el desconocimiento de la existencia del santo paisano en Navarra otro hecho patente. Miles de templos parroquiales, monasterios, conventos, basílicas, y ermitas cubrían hasta el último rincón de nuestra geografía. Ni uno en honor de San Fermín antes del siglo XVI. Ni en Iruña, sus patria, donde la devolución popular le erigió un altar en la parroquia de San Lorenzo en 1399, embrión de la capilla iniciada en 1696. Fueron construidas después sus ermitas de Azkarate (Araitz), edificada después de 1586, y la posterior de Azpilicueta (Baztan), el templo de Aldapa, anteriormente dedicado a San Pedro, y la parroquia de reciente creación en la Milagrosa,ambos en Pamplona. A partir del siglo XVI comenzó la llegada de reliquias. Además de la cabeza guardada en la catedral de Amiens, tenían otra del santo “episcopi Pompeiopolitani” los frailes Mínimos de Madrid. Otra porcion del craneo regalo el obispo de Amiens a la noble fundadora de las Carmelitas Descalzas de Pamplona. Después fueron llegando muchas mas.

            San Saturnino tuvo más suerte. Además de la parroquias del Burgo en Pamplona y del cerco en Artajona, fundadas por gentes del Midi,le fueron dedicadas las de Lizoain (Erro), Mutilva Alta ( Aranguren), Uriz (Artze), Ustes (Almiradio), Usun (Romanzado), y Gastiain (Lana) y una ermita en Narcue (Lana).

            La critica historiogtafica no favorecio la tesis Navarra. El jesuita Juan Van Bollande (1596-1665) y su escuela de los Bolandos negaron al episcopado pamplonés del santo. El analista José Moret salio en defensa de la tradición. No convencieron a sus hermanos de religión unos argumentos, que a su vez volvió a rechazar el padre Stiling en 1769.

            Cuando la critica histórica se hizo sistemática, y fue aplicada al santoral de cada diócesis, haciendo temblar los cimientos de ciertas tradiciones ,los enfrentamientos dialécticos entre hombres de iglesia y ciencia fueron inmisericordes. Sirvan como ejemplo las incentivas de los canónigos bayonenses.

            Uno de los aspectos controvertidos fue el cronológico. El episcopado tolosano del santo fue datado en la primera mitad del siglo III y su martirio en el 250, arrastrado por un toro por las calles, circunstancia que hubiera explicado muy cumplidamente la abogacía de San Cernin,y no la de su discípulo, sobre los encierros mas famosos que en el mundo son. Pero salio al quite Migel Jose de Maceda con sus actas sinceras de los santos Saturnino, Honesto, y Fermín, publicadas en 1798, y logro mantener la verdad Navarra, siquiera entre los de casa. Mas recientemente, Juan Albizu, párroco de la iglesia del antiguo Burgo, en un sabroso estudio publicado en 1947, señalo el error en el que incurre el Martirologio romano al situar la muerte del patrono en el año 250, cuando el breviario diocesano pamplonés inicia el relato de sus vida diciendo: “Saturnino, ordenado obispo por san Pedro, príncipe de los Apóstoles”.

            Deduzca el lector de lo expuesto lo que quiera. En mi discurso he tratado de recoger la tradición, de ser fiel a las noticias documentales y de llegar a unas conclusiones, absolutamente convencido de que errare humanun est.

José María Jimeno Jurio

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